ISSN 2709-9164
https://doi.org/10.53940/reys.v2i3.61 Vol. 2(3) 2021
Repensando la Agresión entre Adolescentes: Una
Revisión de la Teoría de Estrategias de Control de Recursos en Latinoamérica
Rethinking Aggression Among
Adolescents: A Review of Resource Control Strategies Theory in Latin America
Eduardo Franco Chalco1
Citar
como: Franco, E. (2021). Repensando la
Agresión entre Adolescentes: Una Revisión de la Teoría de Estrategias de
Control de Recursos en Latinoamérica. Revista Educación y Sociedad, 02(03),
2-7. doi: 10.53940/reys.v2i3.61
Artículo
recibido: 20/03/2021
Artículo
aprobado: 20/05/2021
Arbitrado por pares
La Teoría de Control de Recursos es un planteamiento
con un poco más de 20 años en la literatura de la psicología del desarrollo.
Esta sugiere que los seres humanos desplegamos estrategias coercitivas y/o
estrategias prosociales para alcanzar nuestros objetivos sociales. Este marco
conceptual ha logrado identificar que la conducta agresiva entre adolescentes
es utilizada instrumentalmente para obtener estatus social. Sin embargo, estos
estudios son escasos con poblaciones latinoamericanas, por lo que es necesario
promoverlos para diseñar intervenciones contextualizadas para la agresión
escolar.
Palabras clave: agresión, prosocialidad, adolescentes, escuelas
The Resource Control Theory
is a proposal with more than 20 years in the developmental psychology
literature. This theory proposes that humans display coercive and prosocial
strategies in order to attain our social goals. Under this framework,
aggressive behavior has been identified as an instrument for adolescents to
attain social status. However, Latin-American studies are scares. This type of
studies must be promoted in order to be able to design contextualized
interventions for school aggression.
Key words: aggression, prosociality, adolescents, schools
1
Pontificia Universidad Católica del Perú (Perú). efranco1@uc.cl https://orcid.org/0000-0002-7465-2365
Introducción
La conducta agresiva entre adolescentes se considera un serio problema en
las escuelas alrededor del mundo. No solo porque esta se encuentre asociada a
fenómenos complejos como el bullying o acoso escolar (Hawley, Little, y Rodkin,
2007). Sino porque tiene efectos negativos en el desarrollo y la salud mental
tanto en las víctimas (Graham, Bellmore y Jovonen, 2003; Schwartz, Lansford,
Dodge, Pettit y Bates, 2015; Zeman, Shipman y Suveg, 2002) como en los
agresores (Campbell, Spieker, Vandergrift, Belsky y Burcinal, 2010; Cleverley,
Szatamari, Vallacourt, Boyle y Lipmann, 2012). Múltiples enfoques han intentado
explicar el origen de la conducta agresiva, la mayoría de los enfoques
consideran a la agresión como una conducta desadaptativa que resulta del mal
procesamiento de la información social del contexto donde se desarrollan los
adolescentes (Crick y Dodge, 1994).
Sin embargo, un enfoque relativamente reciente cambió la pregunta de
¿por qué un adolescente es agresivo?, a ¿para qué un adolescente es agresivo?
Patricia Hawley (1999) planteó que las conductas agresivas forman parte de un
set de estrategias que permiten a los individuos conseguir recursos sociales y
materiales, por lo que la agresión desde esta perspectiva es considerada una
herramienta social. Además, Hawley (2003) identifica un perfil específico de
adolescentes que también utiliza estrategias prosociales en combinación con la agresión
que resulta útil para mejorar su estatus social.
En el desarrollo del presente artículo se presentarán detalles de la
Teoría de Control de Recursos (TCR, Hawley, 1999); además, se presentará
evidencia actualizada que permite hipotetizar sobre si este fenómeno se
desarrolla también en las escuelas peruanas. Para de este modo concluir sobre
la necesidad de desarrollar programas de investigación que identifiquen perfiles
de estudiantes que mejoren las intervenciones en agresión escolar en nuestro
país.
Teoría
de Control de Recursos
Esta teoría postulada en 1999 por Patricia Hawley, tiene una perspectiva
evolucionista y plantea que los seres humanos como especie tenemos
disposiciones que nos impulsan a conseguir dominación social, debido a que los
individuos con estatus prominentes en los grupos tienen un mayor acceso a
recursos que permiten su supervivencia y reproducción. Desde esta perspectiva
teórica la dominación social se define como la capacidad de maximizar el
control de recursos materiales y sociales (Hawley, 2003). En este sentido,
Hawley (2003) propone que se van poniendo en práctica, desde tempranas etapas
del desarrollo, múltiples estrategias para ser dominante, entre las cuales se
definen dos formas principales: estrategias prosociales y estrategias
coercitivas.
Se entiende por estrategia prosocial como una serie de conductas
aceptadas socialmente que permiten obtener recursos en interacción con otras
personas; en este sentido, se encuentran conductas de cooperación,
reciprocidad, y/o formación de alianzas (Franco y Berger, 2021; Hawley, 2007).
Por el contrario, las estrategias coercitivas son conductas como la
intimidación, manipulación, agresión que son utilizadas de manera intencional
para obtener recursos, en ese sentido se puede mencionar que las estrategias coercitivas
son utilizadas para forzar a otros a cumplir la voluntad del individuo que las
realiza (Franco y Berger, 2021; Hawley, 2007).
A primera vista se puede considerar que las estrategias coercitivas y
las estrategias prosociales son fenómenos opuestos, sin embargo, ambas
comparten un mismo fin por lo que algunos sujetos pueden utilizar ambas
estrategias para maximizar el control de recursos. Esto se relaciona con la hipótesis
de centralidad social de la TCR, que propone que aquellos individuos que combinan
ambos tipos de estrategias en diversas situaciones alcanzan los niveles más
altos de dominación social (Hawley, 1999). Desde esta hipótesis es que se toma
una perspectiva centrada en la persona, que permite identificar perfiles de
individuos según la frecuencia de uso de las estrategias de control de
recursos.
Enfoque
centrado en la persona
Hawley (2003) propuso la identificación de 5 grupos de personas según la
frecuencia del uso de cierta forma de estrategia de control de recursos, con
cortes arbitrarios en los percentiles de cada una de las dimensiones de control
coercitivo y prosocial. En la Figura 1 se pueden observar los puntos donde se
realizan los cortes de percentiles y los nombres de los 5 perfiles identificados.
A partir de estos cortes que se identifican los controladores biestratégicos
(superior al percentil 66 en ambas estrategias). También se identifican
controladores prosociales (superior al percentil 66 en estrategias prosociales,
e inferior al percentil 66 en estrategias coercitivas), controladores
coercitivos (superior al percentil 66 en estrategias coercitivas, e inferior al
percentil 66 en estrategias prosociales), controladores típicos (uso promedio
de ambas estrategias) y no controladores (inferior al percentil 33 en ambas
estrategias).
Figura
1. Cortes de percentiles para los perfiles de estrategias
de control de recursos.
Algunos de los resultados que ha permitido encontrar esta perspectiva
son que los controladores biestratégicos tienden a ser los estudiantes más
populares en su grupo de pares, mientras que los no controladores tienden a ser
los menos populares. Por otro lado, los controladores prosociales no son tan
populares como los controladores biestratégicos, pero si tienen altos niveles
de aceptación social (Hawley, 2003). Del mismo modo, también se ha identificado
que los controladores biestratégicos utilizan la agresión y el bullying como
instrumentos para obtener dominación en su grupo de pares (Olthof, Goosens,
Vermade, Aleva, y van der Meulen, 2011). Mientras que, los no controladores
tienden a mayor retraimiento social que el resto de sus compañeros (Findley y
Ojanen, 2013). Algunos estudios han llamado a los controladores biestratégicos
como “Maquiavélicos” debido a que utilizan todos los medios que están en sus
manos para alcanzar sus metas sociales (Hawley, 2003).
Evidencia
latinoamericana de la TCR
La importancia de esta perspectiva está en que muestra que la conducta
agresiva y otra serie de estrategias coercitivas son útiles en ciertos
contextos. Es más, se puede observar que las estrategias coercitivas se vuelven
normativas en ciertos espacios, por lo que permiten que los adolescentes que
las utilizan alcancen altos niveles de estatus social entre sus compañeros.
Lamentablemente, y a pesar de que la TCR tiene más de 20 años en la literatura
de la psicología del desarrollo son escasos los estudios que han intentado
comprobar esta teoría en población latinoamericana.
Berger, Batanova y Cance (2015) ensayaron una aproximación a la identificación
de un perfil “Maquiavélico” entre preadolescentes chilenos. En este estudio se
pudo identificar un perfil de estudiantes agresivos-populares y un perfil de
estudiantes prosociales-preferidos socialmente, más no se encontró un perfil de
estudiantes que combinen ambas conductas. Una limitación de este estudio fue
que utilizaron como una aproximación de las estrategias de control de recursos
a la conducta agresiva y la conducta prosocial específicamente. Sin embargo, la
agresión y la prosocialidad pueden ser también reacitvas, en otras palabras, en
respuesta a que alguien más fue agresivo o prosocial con ellos (Findley-van
Nostrand y Ojanen, 2018; Prinstein y Cillessen, 2003). Sin embargo, las
estrategias de control de recursos son siempre proactivas o intencionales
(Hawley, 1999). Esto puede observarse en los consistentes resultados de
investigaciones que encuentran una correlación positiva entre las estrategias
coercitivas y prosociales (Hawley, 2007) y la correlación negativa o nula entre
la conducta agresiva y prosocial (Cillessen, Mayeux, Ha, de Bruyn, y LaFontana,
2014). Esta limitación se dio también ante la ausencia de un instrumento que
permita medir directamente las estrategias de control de recursos en español.
Este vació en la literatura fue abordado posteriormente por Franco y Berger
(2021) que tradujeron y validaron el Inventario de Estrategias de Control de
Recursos (IECR, Hawley, 2007) para una población de preadolescentes chilenos.
El estudio de Berger et al. (2015) abordó también otra crítica común a
la TCR, la cual indica que al utilizar cortes arbitrarios en percentiles de dos
dimensiones de la escala se estaría forzando la aparición de los 5 perfiles de
estrategias de control de recursos. Por lo que en dicho estudio se utilizó un
modelo de Análisis de Clases Latentes que permite identificar subpoblaciones de
individuos basadas en ciertas características conductuales. Debido a la
limitación mencionada previamente, los grupos hallados no necesariamente
confirman o confrontan lo postulado por Hawley. Esta limitación fue abordada
posteriormente por Franco (2020) donde se utilizó el IECR para evaluar un grupo
de 630 preadolescentes chilenos, y además se utilizó un Análisis de Clases
Latentes para identificar los perfiles. Específicamente se encontraron 3
perfiles que cumplían con las características de los grupos de controladores
biestratégicos, controladores prosociales y no controladores.
Con respecto al apoyo a la hipótesis de centralidad social se pudo
identificar que los controladores biestratégicos son los más populares dentro
de sus grupos de pares y que son tan aceptados como los controladores
prosociales. Los no controladores tenían niveles de popularidad similares a los
de los controladores prosociales, sin embargo, eran rechazados por sus pares.
Este estudio también investigó por nominación de pares cuales eran las
conductas más utilizadas por los estudiantes que fueron clasificados en los
tres perfiles. Se encontró que los controladores biestratégicos y los no
controladores eran considerados como los estudiantes más agresivos en sus
entornos.
Los resultados del estudio de Franco (2020) iluminan varios puntos a
considerar sobre la TCR en una población latinoamericana. Primeramente, es
necesario diferenciar si el hecho de que no se encontraran los perfiles de
controladores típicos y controladores coercitivos se debe a una diferencia con
las poblaciones anglosajonas con las que se desarrolló la teoría o a las
diferencias metodológicas para la clasificación. Sin embargo, es muy llamativo
observar que los estudiantes chilenos entregaron un estatus prominente a
aquellos estudiantes que combinaban estrategias coercitivas y estrategias
prosociales, y rechazaron a estudiantes que solo usaban estrategias
coercitivas. Si bien esto coincide con lo postulado por la teoría, nos sugiere
que en poblaciones latinoamericanas hay un grupo de adolescentes a los que se
les permite comportarse de manera agresiva, y que son admirados por sus pares.
Este último punto es importante debido a que los programas de
intervención contra el bullying y la agresión escolar se concentran por lo
general en castigar las conductas agresivas, sin cuestionarse ¿Qué ganan los
estudiantes al comportarse de ese modo? Es posible que también en el Perú la
agresión sea una estrategia útil para alcanzar altos niveles de popularidad.
Esto es especialmente relevante durante la preadolescencia, donde el conseguir
popularidad es el objetivo social más predominante (Cillessen et al., 2013).
Sin embrago, la utilidad de la agresión es una hipótesis que necesita ser
confirmada con evidencia empírica, para de este modo promover programas de
intervención orientados a modificar los símbolos de estatus entre los
adolescentes en el Perú.
Conclusiones
La Teoría de Control de Recursos (Hawley, 1999) es una perspectiva
relativamente novedosa en la literatura de la psicología del desarrollo en Latinoamérica.
A pesar de sus aportes para la comprensión de la conducta social de los
adolescentes en las escuelas, esta no ha sido estudiada a profundidad en
estudios transculturales que permitan confirmar las hipótesis presentadas por
la teoría hace más de 20 años. Además, se resalta la necesidad de plantear
estudios longitudinales que permitan conocer las trayectorias de desarrollo de
los controladores biestratégicos. Por otro lado, la importancia de promover
estudios en esta línea de investigación está en que ayuda a diseñar
intervenciones enfocadas a cambiar aspectos específicos del contexto de pares
de los adolescentes, identificando sus perfiles conductuales y los roles que
juegan en sus ecosistemas. Y de este modo mejorar la calidad de vida y la
experiencia escolar de los estudiantes peruanos.
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