ISSN 2709-9164
https://doi.org/10.53940/reys.v5i10.193
Perspectivas educativas frente a la
violencia doméstica hacia los hombres
Educational perspectives on
domestic violence against men
Blanca Solcira Agudelo Sosa¹ y Miguel Alejandro
Barreto Cruz2
1 Estudiante de la Maestría en Educación de la
Corporación Universitaria Minuto de Dios – UNIMINUTO (Colombia). bagudelosos@uniminuto.edu.co https://orcid.org/0009-0004-3517-8201 2 Profesor e investigador de la Maestría en Educación de la
Corporación Universitaria Minuto de Dios – UNIMINUTO (Colombia). miguel.barreto@uniminuto.edu https://orcid.org/0000-0003-3237-7067 Notas del autor: El artículo es parte
de la tesis para Optar al Grado de Magíster en Educación de la Corporación
Universitaria Minuto de Dios – UNIMINUTO.
Citar como: Agudelo, B. S. y Barreto, M. A. (2024). Perspectivas educativas frente a la violencia
doméstica hacia los hombres. Revista Educación y Sociedad, 5(10), 33-44. https://doi.org/10.53940/reys.v5i10.193
Artículo recibido: 29-10-2024
Artículo aprobado: 14-12-2024
Arbitrado por pares
Este artículo enmarca como problema hombres que han
sufrido violencia doméstica y que por perspectivas de género en ocasiones son
estigmatizados; es ahí donde entra en tensión el papel de la educación para
abordar situaciones de violencia doméstica que afrontan los hombres. El objetivo
consistió en analizar el rol de la educación frente a la violencia doméstica
hacia los hombres en Barbosa, Antioquia, Colombia. Se utilizó un enfoque
cualitativo con un diseño fenomenológico, tomando la experiencia de seis
participantes mediante entrevistas y grupo focal. Como resultados, se
encontraron tipos de violencias y principios desde la educación para
abordarlos.
Palabras clave: educación,
género, violencia doméstica, estereotipos de género, salud mental masculina
This
article frames as a problem men who have suffered domestic violence and who,
due to gender perspectives, are sometimes stigmatized; this is where the role
of education in addressing situations of domestic violence faced by men comes
into tension. The objective was to analyze the role of education in addressing
domestic violence against men in Barbosa, Antioquia, Colombia. A qualitative
approach with a phenomenological design was used, taking the experience of six
participants through interviews and a focus group. As results, types of
violence and principles from education to address them were found.
Key words: education, gender, domestic
violence, gender stereotypes, male mental health
1 Estudiante de la Maestría en Educación de la Corporación Universitaria
Minuto de Dios – UNIMINUTO (Colombia). bagudelosos@uniminuto.edu.co https://orcid.org/0009-0004-3517-8201
2 Profesor e
investigador de la Maestría en Educación de la Corporación Universitaria Minuto
de Dios – UNIMINUTO (Colombia). miguel.barreto@uniminuto.edu https://orcid.org/0000-0003-3237-7067
Notas del autor:
El artículo es parte de la
tesis para Optar al Grado de Magíster en Educación de la Corporación
Universitaria Minuto de Dios – UNIMINUTO.
Introducción
Este artículo pretende
ofrecer un análisis del fenómeno de la violencia doméstica como una de las
formas de violencia de género que afecta a millones de personas en distintos
contextos sociales y culturales. En este sentido, se ha considerado
tradicionalmente un problema que aqueja principalmente a las mujeres, lo que ha
dado lugar a numerosas investigaciones y debates. No obstante, estudios
recientes han demostrado que los hombres también pueden ser víctimas de este
tipo de violencia, aunque esta realidad suele estar menos visibilizada y
abordada en menor medida. En este aspecto, es importante señalar que, si bien
la violencia no es exclusiva de un sexo en particular, los hombres han sido
históricamente representados como los principales perpetradores de agresión.
Así, se han generado prejuicios que dificultan el reconocimiento de los hombres
como víctimas (Kreft y Agerberg, 2024), lo que ha contribuido a la
naturalización de su figura como agresores, particularmente en el contexto
colombiano (Akl et al., 2022).
Frente a esta problemática,
aunque los estudios sobre la violencia ejercida contra los hombres siguen
siendo escasos (Cavero et al., 2021), algunas investigaciones han evidenciado
la complejidad de esta realidad, marcada por el estigma social. En este sentido,
se ha identificado que “el hombre violentado, en su gran mayoría, minimiza, no
reconoce la violencia contra su persona o se culpa a sí mismo” (Banda-Castro,
2023, p. 690). Por este motivo, se ha planteado la necesidad de ampliar los
estudios sobre las experiencias masculinas en relación con la violencia de
género. Para citar un ejemplo, Fernández et al. (2021a) han señalado que, en
muchos casos, las investigaciones sobre género han estado centradas en las
mujeres y en la población LGBTIQ+, dejando en un segundo plano las
problemáticas que afectan a los hombres. Como resultado, los esfuerzos
gubernamentales y los recursos destinados a abordar la violencia de género han
priorizado a ciertos grupos, mientras que los hombres víctimas de violencia
doméstica han quedado en una situación de invisibilidad.
Por esta razón, se vuelve
fundamental “realizar diagnósticos que permitan acercarnos a la realidad de los
hombres (qué les pasa, qué opinan, qué hacen), así como análisis de
experiencias prácticas que pongan en relación los costes de la masculinidad”
(Fernández et al., 2021b, p. 83). Si esta necesidad es relevante en el ámbito
de las ciencias humanas y sociales en general, lo es aún más en el campo de la
educación.
Así pues, este tipo de
sucesos tiende a normalizarse debido a su frecuencia, lo que refuerza la
creencia de que los hombres son los únicos perpetradores del maltrato en todos
los casos. Sin embargo, la realidad muestra que, en la vida cotidiana, los hombres
también pueden ser víctimas de violencia doméstica, enfrentando gritos,
insultos, indiferencia, y además, reacciones de enfado que incluyen golpes,
humillaciones en público, acusaciones, destrucción de objetos valiosos para
ellos, así como la privación de alimentación y dinero. Por ello, se hace
necesario abordar esta problemática desde la investigación, ya que, al realizar
una búsqueda exhaustiva con palabras clave como “violencia doméstica”,
“hombres” y “educación”, se encuentra una gran cantidad de información que
enfoca el papel educativo como una estrategia para trabajar con hombres
agresores. Sin embargo, se evidencia la ausencia de un enfoque educativo que
permita comprender el fenómeno de manera integral y brinde una visión más
amplia y adecuada de lo masculino.
Ahora bien, bajo estas
premisas, se realizó un acercamiento al municipio de Barbosa, perteneciente al
Área Metropolitana del Valle de Aburrá, en la región de Antioquia, Colombia. En
esta localidad se identificaron casos de violencia doméstica en hombres,
evidenciados en reportes de la Comisaría de Familia. Un ejemplo de ello se
encuentra en uno de estos informes, donde se registra que, en el primer
trimestre del año 2023, se presentaron 27 denuncias de violencia doméstica con
hombres como víctimas. Para el mismo período en los años 2022 y 2021, solo se
habían registrado cinco denuncias en total de este tipo. Este hallazgo motivó
un acercamiento preliminar al contexto, en el que se identificó que algunos de
los denunciantes eran egresados de una misma institución educativa ubicada en
la zona rural del municipio de Barbosa. A partir de las entrevistas realizadas
se evidenció que estos denunciantes presentan un déficit de habilidades
sociales, especialmente en lo relacionado con el afrontamiento de dificultades,
la expresión de emociones y sentimientos, y la comunicación fluida.
Estos jóvenes manifiestan
sus dificultades tanto dentro como fuera de la institución, lo que pone de
relieve la necesidad de abordar esta problemática con todos los actores
educativos. En este sentido, la investigación buscó demostrar que los hombres
también pueden reconocerse como víctimas de violencia, resaltando la
importancia de ampliar el concepto de equidad e igualdad de género para incluir
esta realidad. Desde la educación, es fundamental generar estrategias que
permitan resignificar conceptos como agresión, agresividad, conflicto, maltrato
y violencia, así como construir una visión más equilibrada del género
masculino. Con esta investigación se pretendió aportar conocimiento sobre un
fenómeno que, en muchas ocasiones, permanece silenciado, con la expectativa de
que la educación pueda fomentar relaciones interpersonales saludables, libres
de prejuicios, y que acojan la diversidad cultural y de género presente en el
territorio.
Dentro del paradigma
cultural y social, se ha reconocido a la mujer como la principal y única
víctima de la violencia de género, mientras que el género masculino ha sido
silenciado y condenado en su totalidad como principal victimario. En suma, los
estereotipos de género y los roles tradicionales asignados a los hombres han
contribuido a la falta de reconocimiento de las víctimas masculinas y a la
minimización del problema (Tsang, 2015). Además, las causas de la violencia
doméstica hacia los hombres pueden ser diversas y complejas. Entre los factores
que influyen en esta problemática se encuentran la desigualdad de género, la
falta de educación en valores y la influencia de una cultura que normaliza
comportamientos violentos. A ello se suman otros elementos multicausales, como
conflictos personales y familiares, descomposición del núcleo familiar,
alcoholismo y otras adicciones, que pueden generar desequilibrios tanto en la
estructura familiar como en el propio individuo (Floyd et al., 2016; Rizo y
Sánchez, 2022).
Desde esta perspectiva, se
reconoce que educar es un acto de equidad para la igualdad entre los géneros y
que no abordar este tema contribuirá a seguir invisibilizando la violencia
ejercida contra los hombres. Por ello, resulta fundamental promover una educación
basada en la equidad, ya que, como se ha planteado anteriormente, la violencia
doméstica hacia los hombres es una problemática social que ha recibido menos
atención en comparación con la violencia ejercida contra las mujeres (Rojas et
al., 2013). En consecuencia, se hace necesario desmitificar discursos que
establecen a un único género como perpetrador de la violencia. Es preciso
cuestionar el paradigma que sanciona exclusivamente al hombre, pues, ¿acaso la
violencia tiene género? En la actualidad, se percibe que el hombre es
penalizado por el simple hecho de serlo, cuando, en realidad, la violencia
doméstica afecta a diversas poblaciones.
Bajo estas reflexiones, se
formuló la siguiente pregunta de investigación: ¿Cómo abordar desde la
educación la problemática de la violencia doméstica hacia los hombres en una
institución educativa de la zona rural del municipio de Barbosa, Antioquia, Colombia?
En concordancia con este planteamiento, se estableció como objetivo realizar un
análisis que permitiera determinar el papel de la educación en la construcción
de una perspectiva de género más inclusiva, que contemple las realidades de los
hombres como sujetos también afectados por esta problemática. Para ello, se
llevó a cabo un acercamiento teórico a dos categorías clave: la comprensión del
hombre desde la perspectiva del género masculino y la relación entre violencia
y educación.
A partir de este análisis,
se consideró el concepto de masculinidad hegemónica desde el paradigma
socio-crítico, el cual sostiene que existen normas culturales y sociales que
definen lo que significa ser un “hombre verdadero”. Estas normas suelen basarse
en la idea de que los hombres deben ser fuertes, agresivos y dominantes. Esta
forma de masculinidad se considera hegemónica porque representa la norma
cultural y socialmente aceptada, influyendo en la manera en que los hombres
perciben y responden a la violencia doméstica (Carreño et al., 2018). En este
contexto, dicho marco conceptual permite comprender por qué algunos hombres
pueden sentirse obligados a mostrarse fuertes y evitar la búsqueda de ayuda o
apoyo emocional si son víctimas de violencia. El temor a parecer débiles o a no
cumplir con el ideal de masculinidad dominante refuerza la idea de que los
hombres deben ser fuertes en todo momento, lo que dificulta aún más el
reconocimiento y abordaje de su realidad como víctimas (Connell et al., 2021).
Desde otro ángulo, se
evidencia cómo las normas de género influyen en las relaciones interpersonales
y cómo su cuestionamiento puede contribuir a desafiar y transformar los
estereotipos que perpetúan la desigualdad. Al replantear los significados
atribuidos a la masculinidad, se abre la posibilidad de fomentar una mayor
aceptación de la diversidad de identidades de género y una mayor flexibilidad
en la expresión y el comportamiento de los hombres (Gardea, 2021). Por lo
tanto, el concepto de masculinidad hegemónica permite comprender cómo las
normas culturales y sociales inciden en la percepción y respuesta a la
violencia doméstica hacia los hombres, así como identificar estrategias para
promover cambios culturales que favorezcan relaciones más equitativas y libres
de violencia.
Por otra parte, la
educación se presenta como una herramienta clave para prevenir y abordar la
violencia doméstica a través de la promoción de relaciones saludables y no
violentas (Ramírez et al., 2015; Dalouh y Soriano, 2020). Esta categoría abarca
diversas teorías que ofrecen un marco para comprender los factores que
contribuyen a la violencia en las relaciones interpersonales y desarrollar
estrategias educativas efectivas para su prevención. En este sentido, la
educación es un espacio propicio para aportar a la transformación social, dado
que:
La educación es un instrumento para transformar la cultura de la
violencia en una cultura de paz desde los procesos formales y no formales. Lo
anterior supone desarrollar procesos educativos en todos los niveles en los que
confluyan prácticas de respeto en sus diversas dimensiones (Barreto et al.,
2023, p. 39).
En línea con lo anterior,
el abordaje educativo de la violencia puede enriquecerse con un enfoque
multicultural, pues las actitudes hacia la violencia y las estrategias para su
tratamiento pueden variar entre distintas comunidades. La teoría del multiculturalismo
proporciona un marco teórico útil para comprender estas diferencias culturales
y promover relaciones saludables y libres de violencia en diversos contextos.
La educación para la
prevención de la violencia y la educación multicultural están estrechamente
relacionadas, ya que ambas buscan construir una sociedad más equitativa y
justa. Mientras la educación multicultural promueve el reconocimiento y la
valoración de la diversidad cultural, la educación para la prevención de la
violencia se enfoca en abordar las causas estructurales de la violencia en las
relaciones interpersonales. Integrar ambas perspectivas permitiría consolidar
un modelo educativo más integral, capaz de abordar la diversidad cultural y, al
mismo tiempo, las desigualdades de poder que pueden contribuir a la
perpetuación de la violencia.
Metodología
Enfoque
y tipo de investigación
Considerando el componente
social del problema abordado en la investigación que dio origen a este
artículo, se adoptó un enfoque cualitativo con el propósito de comprender los
significados subyacentes en las experiencias de los participantes en relación con
la violencia doméstica hacia los hombres. En efecto, analizar una realidad
desde las vivencias particulares de los sujetos permite adentrarse en la
complejidad del fenómeno (Rojas-Gutiérrez, 2022). En este sentido, dicho
enfoque se justifica en la necesidad de explorar en profundidad las
experiencias y perspectivas de los hombres que han sido víctimas de violencia
en su hogar, así como los factores y causas que contribuyen a esta
problemática. Ante la escasez de estudios que aborden este fenómeno, resulta
pertinente desarrollar una investigación que lo analice desde las voces y
experiencias de quienes lo han vivido.
En coherencia con lo
anterior, se empleó un diseño de investigación fenomenológico. Según Ortíz
Ocaña (2015), este enfoque busca comprender la realidad y reconocer su
diversidad, centrándose en los contextos, simbolismos, significados y
cosmovisiones presentes en la cotidianidad. Asimismo, permite explorar cómo los
participantes perciben y experimentan los fenómenos que los rodean. En este
caso, la fenomenología facilitó una exploración detallada de las experiencias y
perspectivas de los hombres que han sido víctimas de violencia doméstica.
Desde este enfoque, se
reconoció la posibilidad de estudiar realidades vivenciales poco perceptibles,
pero que ofrecen indicios sobre la vida psíquica de cada persona (González y
Hernández, 2014). Este aspecto fue clave para comprender las experiencias de
los hombres violentados en el municipio, permitiendo obtener información
detallada sobre su percepción del problema e identificar el papel que puede
desempeñar el contexto educativo en su abordaje.
Contextos
y sujetos de investigación
Para definir el contexto y
los sujetos de estudio, se tomó como referencia una institución educativa
ubicada en la zona rural del municipio de Barbosa, la cual, con más de 50 años
de existencia, ha formado a múltiples generaciones. Su selección como escenario
de investigación resultó fundamental, dado que todos los participantes fueron
egresados de esta institución. Así, se buscó interrelacionar las experiencias
de hombres que han afrontado la violencia doméstica y la posibilidad de generar
estrategias educativas para su abordaje.
En cuanto a los sujetos de
estudio, participaron seis hombres, todos exalumnos de la institución y
residentes en el municipio. Además, cada uno de ellos mantenía un vínculo
familiar con la comunidad educativa, ya sea como padre, hermano, tío o primo de
un estudiante actual. Todos habían sido víctimas de violencia doméstica al
momento de la investigación. Debido a la naturaleza del estudio y al hecho de
que la población objetivo estaba conformada por hombres que han enfrentado este
fenómeno, se consideró que estos participantes pertenecían a un grupo de
difícil acceso.
Con el fin de explorar la
relación entre educación y violencia doméstica hacia los hombres, se incluyeron
en el estudio tres actores educativos, en calidad de docentes o directivos de
la institución. En este contexto, el concepto de "difícil acceso" se
asumió en la investigación como aquellas características de los sujetos que,
por estar asociados a situaciones de estigmatización, dificultaban su
identificación y el acceso a los recursos necesarios para participar en el
estudio.
Criterios
de inclusión de los participantes
· Hombres voluntarios que han sido víctimas de violencia
doméstica.
· Mayores de edad (en este estudio, con edades entre 24
y 56 años).
· Egresados de la institución educativa con un vínculo
cercano con la comunidad estudiantil (por ejemplo, padres de familia o
familiares de estudiantes actuales).
· Residentes en la zona rural de Barbosa, Antioquia,
Colombia.
Técnicas
e instrumentos de investigación
· Entrevista semiestructurada: Se diseñó un
guion de preguntas abiertas con el propósito de conocer las experiencias de los
seis hombres participantes respecto al fenómeno de la violencia doméstica,
permitiendo que expresaran sus sentimientos y pensamientos sobre la
problemática.
· Grupo focal: Aplicado a los tres actores
educativos, con el objetivo de comprender cómo perciben la problemática desde
el contexto escolar. Se buscó que los participantes contribuyeran a la
discusión de manera abierta, sin la intención de llegar a un consenso. Como instrumento
de apoyo, se elaboró un protocolo de grupo focal con preguntas orientadoras que
facilitaron el debate.
Proceso
de análisis de los datos
El análisis de los datos se estructuró en tres etapas. En la primera, se
llevó a cabo el procesamiento de las entrevistas y los grupos focales mediante
una codificación abierta, permitiendo recopilar información sobre las
experiencias de los participantes en relación con las causas y consecuencias de
la violencia doméstica. Asimismo, se identificaron elementos vinculados con el
papel de la educación en el abordaje de esta problemática. En la segunda etapa,
Se realizó una codificación selectiva, lo que permitió una triangulación
teórica con diversos autores. Esto favoreció no solo una comprensión más amplia
del fenómeno, sino también la identificación de estrategias educativas
fundamentadas para su abordaje. Finalmente, en la tercera etapa, se estableció
una relación entre categorías, lo que fortaleció la comprensión de las
experiencias de los hombres y posibilitó la construcción de vínculos entre
estas vivencias y el rol de la educación en la transformación de la
problemática.
Resultados
Para identificar el papel de la
educación frente a la problemática, fue necesario abordar, en primera
instancia, los tipos de violencia que han experimentado los hombres. Desde
estas experiencias, fue posible identificar aspectos relevantes en el marco de
lo educativo. Como parte de este análisis, se reconocieron al menos tres formas
de violencia: la psicológica, la económica y la física.
En primer lugar, es necesario
precisar que, si bien en muchas ocasiones se asume que la violencia es un
fenómeno meramente físico, también persiste la creencia de que los hombres son
únicamente agresores, pues se considera que su naturaleza los lleva a resolver
conflictos mediante la fuerza. En esta misma línea, diversos estudios sustentan
la prevalencia de la violencia psicológica en igual proporción tanto en hombres
como en mujeres (Redondo et al., 2023). En el caso de los entrevistados, se
identificó que han experimentado violencia psicológica y económica por parte de
sus parejas.
Es importante señalar que la
violencia psicológica se define como una conducta que forma parte de la
violencia basada en el género y que, a través del maltrato psíquico, degrada de
manera progresiva la salud mental de la víctima. Esta forma de violencia suele
manifestarse mediante críticas y reproches con la intención de anular al otro
(Perela, 2010).
En este marco, también se
identificó la violencia económica como una de las tipologías predominantes en
los discursos de los entrevistados, caracterizándose por acciones de control
coercitivo que buscan vulnerar la autonomía de la víctima (Zaruma, 2024). Así
pues, la violencia económica se reconoce no solo como una expresión de
violencia de género, sino también como una forma de violencia intrafamiliar,
incluso después de la ruptura de la relación, donde se le hace exigencias
imperativas al hombre para que siempre provea o se le humilla por su falta de
recursos económicos. Un ejemplo de esta problemática se refleja en la siguiente
narrativa:
Según ella (su expareja), necesitaba un hombre con más capacidad
intelectual y, con ello, un nivel económico superior. Me decía que yo era un
don nadie, ¡mejor dicho! Me gritaba que ella necesitaba un hombre de verdad
(Entrevistado 2).
A partir de estos testimonios, se
evidencia que la violencia psicológica y económica no es exclusiva de un
género, sino que está condicionada por normas ético-morales impuestas
culturalmente tanto a las masculinidades como a las feminidades. En este sentido,
los participantes han sido víctimas de una estructura social que los ha
encasillado en patrones de conducta rígidos, lo que ha contribuido a su
vulnerabilidad.
Por otro lado, la violencia
física también fue identificada en las verbalizaciones de los entrevistados.
Este tipo de violencia suele estar directamente relacionada con el entorno
familiar y social, extendiéndose incluso al ámbito escolar. En las narrativas
de los participantes, se reconoce que la violencia física ha sido un factor
recurrente en sus vidas, marcando su infancia y perpetuándose en la adultez. La
mayoría de los entrevistados afirmaron haber sido víctimas de agresiones
físicas, tales como golpes con las manos o con objetos, amarres e incluso
ataques dirigidos a sus partes íntimas, por parte de integrantes de su núcleo
familiar (padres, hermanos, tíos) o de personas cercanas a ellos.
En muchos casos, estas
experiencias se replicaron en la adultez, revictimizando a los sujetos y
afectando su integridad física y psicológica. Al respecto, el entrevistado 3
expresó:
¿Que si
recibí? ¡Claro que sí! La violencia nunca faltó. Por parte de la familia, por
mi gusto sexual, estaban en desacuerdo. Por parte de la familia de papá... él
me golpeó muchas veces, me ignoraba, hacía como si yo no existiera. Y mi
mamita, la mamá de mi papá, me decía: ‘¡Qué deshonra para la familia!’, ‘¿A vos
no te da vergüenza?’. Pasé a ser invisible para ella… De parte de mi hermano
mayor recibí violencia, muchos golpes, insultos, humillaciones. Buscaba siempre
una excusa para golpearme. Él sentía vergüenza porque yo era María Paula, por
mi gusto sexual, y yo llegué a agredirlo físicamente con un hacha. Le di en la
nuca, le pusieron un montón de puntos… Casi me lo llevo, pero yo me defendí
ante los ultrajes. Ese día se pasó y no aguanté más (Entrevistado 3).
Este testimonio evidencia una
forma de violencia ejercida dentro del núcleo familiar como consecuencia del
rechazo a la orientación sexual del entrevistado, lo que resalta la
estigmatización y exclusión a la que se enfrentan las personas con diversidad sexual.
Otros participantes, como el entrevistado 4, señalaron que la violencia vivida
en la infancia ha sido naturalizada y perpetuada en la adultez:
Pues yo digo
que acá en la vereda todo es muy maluco. Pues yo me volví agresivo. Hay mucha
gente aquí que le gusta la pelea, les fascinan los chismes, ¿sabe? La mayoría
de las gentes son muy mala clase, les gusta inventar, les gusta provocar a uno.
Me dicen cosas ofensivas, no faltan las humillaciones. Es como una cosa muy
normal en Medellín y aquí. Eso también pasaba cuando vivimos unos días en
Medellín. ¡Es como lo normal! (Entrevistado 4).
Estos relatos reflejan cómo la
exposición temprana a la violencia condiciona la forma en que los sujetos la
reproducen en su adultez, generando secuelas que impactan su identidad y
carácter.
A partir de las experiencias
recopiladas, se reconoce la necesidad de vincular estos hallazgos con el ámbito
educativo. Si bien se han establecido algunas conexiones con la educación, es
fundamental profundizar en las causas estructurales de la violencia y su
relación con los modelos pedagógicos. Esto plantea interrogantes sobre la
educación basada en competencias, que en ocasiones puede fomentar un enfoque
individualista, desconectado del bienestar colectivo. Al respecto, algunos
docentes entrevistados señalaron que:
Existe una
docencia mediocre, perezosa, donde no hay evolución ni actualización o
capacitaciones para adaptarse a la sociedad cambiante (Docente entrevistado).
Si bien estas expresiones pueden
parecer categóricas, subrayan la importancia de una educación que supere los
estigmas y presuposiciones sobre la masculinidad. Es imperativo contar con
docentes actualizados y con sensibilidad hacia las nuevas realidades sociales
para evitar la perpetuación de desigualdades y la invisibilización de
problemáticas como la violencia doméstica hacia los hombres.
En coherencia con estos
planteamientos, otro actor educativo destacó cómo los factores socioculturales
influyen en la resistencia de los hombres a conseguir algún tipo de apoyo
cuando son víctimas de esa realidad:
Las
principales barreras socioculturales que impiden a los hombres buscar o captar
ayuda profesional después de experimentar violencia doméstica se resumen en
vergüenza, en el hecho de saberse víctima de violencia, en el machismo que ha
imperado en nuestras culturas y en la creencia de que el hombre es quien manda
(Docente entrevistado).
A partir de estas reflexiones, se
resalta el potencial de la educación como herramienta transformadora en la
construcción de nuevas masculinidades. La formación académica debe fomentar
valores como el respeto y la empatía, así como la integración de todas las
identidades de género y grupos minoritarios en su discurso educativo.
Por último, los entrevistados
señalaron que las instituciones educativas suelen abordar la diversidad desde
una perspectiva centrada en la equidad de género para las mujeres, dejando en
un segundo plano la problemática de la violencia hacia los hombres. Un
participante expresó:
Comúnmente se
destacan los enfoques de género para atender los derechos de las mujeres, pero
para los hombres es casi nula la atención. Es necesario hacer visible que el
maltrato hacia los hombres también existe y privilegiar, ante todo, el respeto
por todos los seres humanos (Grupo focal).
En esencia, la educación tiene un
papel crucial en la prevención y el abordaje de la violencia doméstica hacia
los hombres. Es necesario un enfoque integral que promueva el reconocimiento de
esta problemática y que fomente el desarrollo de valores y prácticas que
contribuyan a una convivencia más equitativa y libre de violencia.
Conclusiones
Resulta imprescindible resaltar que la interpretación
y el acercamiento a este fenómeno desde una perspectiva educativa, busca
comprender aquellos aspectos que continúan reproduciéndose debido al modelo
hegemónico tradicional, el cual no incorpora un enfoque transformador orientado
hacia la inclusión y la equidad de género, más allá de la población femenina o
de la diversidad sexual. Por ello, es fundamental considerar alternativas que
permitan aprovechar.
todas las
partes de un sistema educativo, desde políticas hasta pedagogías y la
participación comunitaria para transformar estereotipos, actitudes, normas y
prácticas que desafíen las relaciones de poder, repensando las normas y
binarios de género y aumentando la conciencia crítica sobre las causas
fundamentales de desigualdad y sistemas de opresión. (UNICEF, 2022, p. 6)
Lo
anterior responde a la necesidad de implementar estrategias educativas que
promuevan en los hombres el aprendizaje y la comprensión de los significados de
género, las dinámicas de autonomía y el reconocimiento de los derechos y
libertades fundamentales que garantizan condiciones de vida dignas y bienestar,
aspectos inherentes a la condición humana.
Desde
esta perspectiva, resulta imperativo que las discusiones sobre equidad e
igualdad social incluyan también a los hombres. En este sentido, el modelo de
educación transformadora de género busca ofrecer a niños, niñas y adolescentes
oportunidades que contribuyan a su bienestar multidimensional (físico,
psicológico, social y espiritual), así como a la expansión de sus posibilidades
de participación en ámbitos sociales, políticos y laborales. En otras palabras,
se trata de “reimaginar la educación para un mundo más justo y equitativo”
(UNICEF, 2022, p. 1).
Este
enfoque no solo permite repensar las masculinidades en relación con los roles
de género, la violencia doméstica y la discriminación, sino que también
contribuye a frenar la reproducción del modelo de masculinidad hegemónica,
cuyas consecuencias han sido perjudiciales para la sociedad. En el ámbito
educativo, dicho enfoque posibilita un análisis profundo del papel que
desempeñan las interacciones y el lenguaje en la construcción de masculinidades
igualitarias, alejadas de modelos tradicionales y orientadas hacia el
desarrollo de una educación inclusiva y equitativa.
Abordar
esta problemática desde la educación implica, además, la responsabilidad de
fomentar una cultura de paz que prevenga cualquier tipo de violencia o
percepción distorsionada del otro. En este sentido, se ha evidenciado que haber
sido víctima de violencia física antes de los 18 años aumenta en un 7 % la
probabilidad de convertirse en perpetrador de violencia en la adultez, así como
en un 11 % la posibilidad de volver a ser víctima (Moreno y Ramírez, 2024).
Estos
hallazgos demuestran que las experiencias de maltrato en la infancia tienen
consecuencias significativas en el desarrollo del sujeto, influyendo en su
identidad, su comportamiento en la adultez y su bienestar físico, emocional y
psicológico. Así pues, la educación desempeña un papel clave en la
transformación de estas dinámicas, al contribuir a la construcción de nuevos
paradigmas que permitan la integración de nuevas experiencias, la generación de
entornos inclusivos, seguros y protectores, y, en última instancia, la
promoción del bienestar individual y colectivo.
Es
necesario, entonces, avanzar hacia una educación basada en la equidad de género
y en el reconocimiento de la historia de vida de cada individuo como sujeto
social, comprendiendo este fenómeno más allá de los estigmas. En este sentido,
la educación debe fomentar la inclusión y la participación de todos los
sectores de la sociedad, evitando la marginación o segregación de lo masculino.
La tarea fundamental radica en promover un modelo educativo que elimine las
barreras que dificultan el acceso y la participación, y que fomente el respeto
por la diversidad cultural y las distintas capacidades de los individuos. En
este proceso, la escuela juega un papel central, ya que constituye un espacio
privilegiado para la reproducción de una visión más amplia y transformadora de
la sociedad (Torres, 2021).
La
falta de espacios de diálogo y la ausencia de una participación equitativa
impiden el avance hacia una sociedad más justa. En este contexto, la escuela,
como espacio protector e interactivo, tiene la capacidad de desempeñar un rol
protagónico en la prevención del conflicto y la violencia. Esto le permite
cumplir con su función de formación ciudadana, promoviendo la reflexión y el
análisis crítico sobre los modelos tradicionales y hegemónicos. Para ello, es
fundamental desarrollar estrategias educativas dirigidas tanto a los
estudiantes como a los miembros de la comunidad, con el fin de generar cambios
significativos en las estructuras sociales.
Finalmente, el diálogo se erige como una herramienta fundamental para
comunicar y consolidar la importancia de la educación inclusiva y su papel en
la transformación social. En este sentido, la participación social es clave,
pues “ubicar la escuela como espacio heterogéneo que aborda problemáticas y
emergentes de impacto social, permite situar acciones comprometidas, que
posibilitan pensar desde la diferencia, considerando al otro en su alteridad”
(Berg, 2021, p. 81). Así, el diálogo entre docentes y estudiantes se convierte
en un pilar esencial para la transformación social y la liberación del sujeto.
Referencias
Akl, P. M., Docal-Millán, M., Castillo-Rojas, C. J., Angulo-Castillo, C.
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Anexos
Se incluyen las preguntas por categorías del Grupo
Focal y de la entrevista.
Técnica: Grupo
Focal – Actores del espacio educativo
I. Identidades
de género y estereotipos masculinos
• ¿Cómo
perciben los hombres en Barbosa las identidades de género y los estereotipos
masculinos?
• ¿Qué
acciones desde la educación se pueden tomar para promover nuevas
representaciones masculinos que fomenten la igualdad de género?
II. Señales de
violencia doméstica hacia hombres
• ¿A qué tipos
de violencia doméstica creen que los hombres pueden ser víctimas?
• ¿Qué
aspectos en el contexto educativo pueden influir en la forma en que los hombres
experimentan y reportan la violencia doméstica?
III.
Identificación del modelo educativo para atender la problemática
• ¿Qué
recursos de apoyo y herramientas educativas se pueden fomentar para generar
relaciones saludables interpersonales y redes de apoyo disponibles para los
hombres víctimas de violencia doméstica en Barbosa?
• ¿Cómo
promover desde el escenario educativo una cultura de denuncia y prevención de
la violencia doméstica hacia los hombres en Barbosa?
Técnica:
Entrevista semiestructurada - género masculino víctima de violencia doméstica.
I.
Experiencias de violencia masculina en el entorno social y educativo
• ¿Cuáles son
sus experiencias de maltrato y violencia en su relación de pareja o en su
entorno familiar?
• ¿Qué tipo de
violencia has experimentado? Le recuerdo algunas (física, psicológica, sexual,
económica), usted podrá nombrar alguna más y a detalles de los hechos.
• ¿Qué
información o capacitación ha recibido usted en el entorno escolar para
prevenir la violencia doméstica hacia los hombres?
II. Factores
desencadenantes de la violencia
• ¿Cuáles cree
usted que son los factores culturales, sociales y educativos que movilizan la
violencia doméstica?
III.
Estrategias de prevención y atención desde el enfoque educativo
•¿Cuáles son
los principios y elementos clave de la educación que se pueden aplicar para
prevenir la violencia doméstica y el cuidado de la otredad?
• ¿Nombre que
tipo de recursos o servicios educativos cree que deberían estar disponibles
para las víctimas de violencia doméstica?
• ¿Crees
necesario involucrar al género masculino y su diversidad en estrategias
educativas como método de prevención en pro de la eliminación de la violencia
doméstica? ¿Por
qué?