ISSN 2709-9164
https://doi.org/10.53940/reys.v5i9.177 Vol. 5(9) 2024
Usos y percepciones de las TIC: un estudio en personas
mayores en Luján, Buenos Aires, desde el inicio del Covid-19
Uses and perceptions of ICTs: a
study in older people in Luján, Buenos Aires since the beginning of Covid-19
Fátima Cuello1 y Paula
Analía Pochintesta2
Citar
como: Cuello, E. y Pochintesta, P. A. (2024). Usos y percepciones de
las TIC: un estudio en personas mayores en Luján, Buenos Aires, desde el inicio
del Covid-19. Revista Educación y Sociedad, 5(9), 38-54. https://doi.org/10.53940/reys.v5i9.177
Artículo
recibido: 01-06-2024
Artículo
aprobado: 29-07-2024
Arbitrado
por pares
La progresiva incursión de las TIC en la sociedad ha
creado nuevas formas de interacción. El presente estudio tuvo como objetivo
analizar la percepción de las personas de 60 años y más sobre el uso de las
nuevas tecnologías durante la pandemia Covid-19 en la localidad de Luján,
Buenos Aires, Argentina. Los resultados muestran que la pandemia dejó en
evidencia la celeridad del avance de la tecnología y los consecuentes cambios
en casi todas las prácticas de la vida cotidiana. Esta situación demandó una
apropiación veloz sobre el uso de herramientas digitales sin contemplar las
necesidades de las personas mayores.
Palabras
clave: TIC, nuevas tecnologías, pandemia Covid-19, personas mayores,
apropiación
The
progressive incursion of ICTs into society has created new forms of
interaction. The objective of this study was to analyze the perception of
people aged 60 years and over about the use of new technologies during the
Covid-19 pandemic in the town of Luján, Buenos Aires, Argentina. The results
show that the pandemic showed the speed of the advance of technology and the
consequent changes in almost all practices of daily life. This situation
demanded a rapid appropriation of the use of digital tools without considering
the needs of the elderly.
Key words: ICT, new technologies, Covid-19 pandemic, older
people, appropriation
1 Investigadora del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad
Nacional de Luján (Argentina). fatimacu@hotmail.com https://orcid.org/0009-0005-5297-6114
2 Investigadora Asistente CONICET, Profesora
Adjunta Universidad Nacional de Luján (Argentina). ppochintesta@gmail.com https://orcid.org/0000-0002-1455-8852
Nota:
Este estudio se realizó bajo el
financiamiento del departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional
de Luján, como parte del proyecto de investigación “Las relaciones
intergeneracionales y los apoyos percibidos en el proceso de alfabetización
digital de las personas mayores, un estudio de casos en el noroeste del gran
Buenos Aires”, disposición DISPCD-CSLUJ: 0000555-22, dirigido por la Dra. Paula
Analía Pochintesta que fungió como origen al desarrollo de una tesis de grado.
Introducción
Las
formas de socialización han evolucionado aceleradamente y esto, en parte, es
producto del avance de las tecnologías[1].
Años atrás, el teléfono, la correspondencia o el hablar cara a cara eran los
medios habituales de comunicación. Hoy
parece impensable no usar la tecnología en la comunicación ya que está presente
en todos los ámbitos de la vida diaria como en medios de transporte, sistemas
de gestión, banca electrónica entre otros (Pozón, 2018).
Es el desarrollo de internet en la década de 1970 y
su posterior liberación para uso comercial en los años ‘90, el principal
motivador de difusión de las nuevas tecnologías[2].
En este contexto, se introdujeron interconexiones y herramientas que
permitieron el paso de los grandes ordenadores centrales a ordenadores
personales y dispositivos móviles, esto es TIC, tecnologías de la información y
las comunicaciones (Ávila, 2013).[3]
Sumado al desarrollo tecnológico, la situación
actual y futura está marcada por otros dos fenómenos que conducen a un
envejecimiento poblacional: el incremento de la esperanza de vida y la
reducción de la tasa de natalidad (Pozón, 2018). Argentina se encuentra hoy en
un punto intermedio entre una estructura poblacional joven y una envejecida
(Rofman et al., 2022).
En virtud de la omnipresencia de las TIC para el
consumo de bienes y servicios, cabe destacar que no todas las personas acceden
a los beneficios de su uso y apropiación. Y es, justamente, la población mayor
uno de los grupos con menor grado de acceso a las TIC. Camacho (2018) describe
las llamadas brechas digitales como
dificultades en cuanto a la aplicación de las TIC por la limitación en cuanto a
oportunidades, en ciertos países y sectores sociales, para su implementación. Y
también se refiere a la brecha digital
intergeneracional relacionada con las personas mayores[4]
y su dificultad para acceder al uso de las tecnologías respecto al que tienen
otras generaciones.
Las representaciones negativas que las personas
tienen de las TIC obstaculizan la apropiación para el uso de herramientas
digitales (Rivoir, 2019). Oddone y Pochintesta (2021) afirman que existen
barreras generacionales, materiales y educativas que median en el proceso de
apropiación de las TIC y que, en esa apropiación, intervienen factores tanto
individuales
Como explica Assinato (2014), la progresiva y cada
vez más rápida incursión en la sociedad de las TIC, ha creado nuevas formas de
interacción, de difusión y de educación generando transformaciones culturales
que demandan la inclusión de las personas mayores. Pero, como sostienen Sunkel
y Ullmann (2019), el proceso de aprendizaje es más lento en la población de
mayor edad. Además, existe un temor producido por el desconocimiento, así como
la desconfianza asociada a realizar operaciones financieras por entender que no
es seguro hacerlas a través de dispositivos digitales (Sunkel y Ullmann, 2019).
Otro aspecto que también influye en el aprendizaje
del uso de la tecnología, por parte de la población mayor, es el enfoque sobre
la vejez y el envejecimiento que prevalece en la sociedad. Rivoir et al. (2019)
explican que existen distintas visiones que van desde la asistencia y
protección al ejercicio de la ciudadanía, los derechos y el empoderamiento. Y
es el enfoque de la asistencia el que impide potenciar el uso de la tecnología
ya que considera al envejecimiento como un proceso de decadencia tanto física
como psicológica.
Así como están presentes las barreras antes
mencionadas, también existen facilitadores que son aquellos aspectos que
favorecen la apropiación y uso de las TIC. Entre ellos se encuentra la figura
del experto cálido, por lo cual es importante considerar las redes de apoyo con
las que cuentan las personas mayores, a la hora de analizar el proceso de
apropiación y la percepción que tienen sobre las tecnologías. Arias (2013)
analiza los apoyos sociales que
existen y clasifica estas redes de apoyo como formales e informales. Las
informales están conformadas por la familia, los amigos y vecinos, donde las
reglas son implícitas y las actividades espontáneas. Las redes formales son las
institucionales en donde se trabaja con reglas pre establecidas[5].
Dentro de las redes informales ubicamos la figura
del experto cálido, un término que
hoy es de uso extendido para analizar la relación de los mayores con la
tecnología. Se trata de un facilitador informal, por lo general, esa figura es
encarnada por nietos/as, hijos/as o jóvenes del entorno que utilizan diferentes
tipos de tecnologías (Rivoir, 2019).
Rivoir et al. (2019) describen además otros
aspectos facilitadores como el nivel educativo y el contacto previo con las
tecnologías digitales en los últimos años laborales. Esto guarda relación con
la brecha existente entre la población de 65 a 74 años (con mayor uso y acceso
a TIC) y aquellos que tienen 75 años y más (con menor uso y acceso a TIC). En
esta misma línea, autores como Peral et al. (2015) consideran que, si bien la
educación y la actividad laboral son variables moderadoras, el papel del autoconcepto[6]
es destacable ya que, aquellos que se sienten más jóvenes, confiados y con
menos miedo, son los que más participan en las interacciones digitales.
Distintos abordajes
sobre la población mayor y su relación con la tecnología
El uso
de la tecnología implica entonces un desafío para las personas mayores en tanto
requieren la adquisición de nuevos conocimientos para poder mantenerse
incluidas socialmente. Los mayores se enfrentan a crecientes demandas al tener
que resolver situaciones relacionadas con la atención socio sanitaria, el pago
de servicios, la seguridad social incluso, la comunicación cotidiana
mediatizada a través de los dispositivos digitales (Tarditi et al., 2022).
Se han realizado numerosos estudios a nivel mundial
para poder comprender el proceso de apropiación digital, considerando la
existencia de diferentes tipos de brechas en el acceso y uso de herramientas
digitales. Algunos estudios toman como eje de análisis el perfil socio
demográfico (edad, nivel educativo, género) en el proceso de apropiación.
Una investigación realizada en ocho países de América Latina refiere que las
desigualdades económicas y sociales son factores que confirman una brecha
digital. Por lo tanto, tener un nivel económico más alto permitiría contar con
los recursos para poder acceder a las TIC (Sunkel y Ullmann, 2019).
En referencia a la educación alcanzada, un estudio
de casos llevado a cabo en España concluye que la formación superior favorece
la incorporación del uso de internet en las actividades cotidianas. Así, el
porcentaje de usuarios de la web o red desciende muy significativamente cuando
se trata de personas que no cuentan con estudios básicos (Torres et al., 2011).
Teniendo en cuenta la edad, un estudio realizado en
la provincia de Córdoba, Argentina, pone en evidencia que a mayor edad hay
menor uso de tecnología. Esto
se debe al rápido desarrollo e introducción de nuevas tecnologías a las que se
enfrentan las diferentes generaciones. Un ejemplo claro en el estudio, muestra
diferencias en el uso del celular y la cámara digital. Un porcentaje importante
que transita la vejez avanzada, sabe utilizar la cámara digital, mientras que
los más jóvenes prefieren el teléfono inteligente ya que usar cámara digital
implicaría luego migrar imágenes a otras aplicaciones (Tarditi et al., 2022).
En referencia al género, un estudio exploratorio
realizado en Brasil, encontró que las mujeres mayores tienen un alto grado de
interés por el uso del WhatsApp
puesto que les resulta fácil y útil en relación a sus aplicaciones, entre
ellas, el uso de audios para comunicarse con otras personas. Acceden poco a
Internet para buscar información en Google
y esporádicamente ven videos en YouTube (Oliviera et al., 2020b).
Otros análisis ponen énfasis en las características psicológicas que
permiten definir mejor la apropiación o no de TIC. Es decir que, ni el nivel educativo alcanzado, ni el género, ni
la edad por sí solos son factores determinantes en su uso. Algunos se focalizan
en el acompañamiento recibido en la apropiación digital. Un trabajo realizado
Buenos Aires, Argentina, indica que existen varias dimensiones que intervienen
en la apropiación de tecnología, pero la relación con otros, es decir, las
redes de apoyo, cobran relevancia en las experiencias formativas en relación a
las TIC (Pochintesta y Múseres, 2022). Estas autoras presentan cuatro perfiles
que se recuperan en el análisis de los resultados de la presente investigación.
Los perfiles consideran el grado de manejo, conocimiento y motivación en la
apropiación de TIC y se dividen en: usuarios incipientes, intermedios, plenos y
no usuarios. Los usuarios incipientes son aquellos que requieren de un apoyo
permanente para poder acceder a las TIC ya que su autonomía es limitada o se
encuentra en un estado inicial en cuanto al conocimiento de las TIC. Los
usuarios intermedios manejan dos o más herramientas y dispositivos, pero con
limitaciones en el uso. Reconocen dificultades en el acceso ya sean
individuales o contextuales y aducen barreras en el proceso de apropiación por
falta de apoyo o por falta de interés. Los usuarios plenos manejan varios
dispositivos y herramientas digitales, están predispuestos para el aprendizaje
y pendientes de novedades y actualizaciones tecnológicas. Por último, los no
usuarios tienen reticencia a incorporar tecnología a pesar de que reconocen
que, el no uso, implica quedar fuera de muchas actividades e intercambios.
Otra investigación enfocada en las características
psicológicas sobre el uso de TIC para la estimulación cognitiva, ha encontrado
que existe un temor inicial al enfrentarse a la tecnología, pero, una vez
superado, la persona mayor se abre al nuevo conocimiento que le permite
diversificar el uso y la navegación por Internet. En efecto, los tiempos,
espacios y acompañamientos en el aprendizaje son claves en el proceso de
apropiación. Los recursos existentes tanto a nivel de políticas públicas como
del entorno familiar, siendo este último en quien recae en la mayor parte de
los casos el acompañamiento y la atención de las personas mayores, son claves
para lograr una vejez con calidad de vida (Oliviera et al., 2020a).
Otros trabajos concluyen que el apropiarse o no de
la tecnología depende de cuál es la trayectoria de vida en relación al
uso de las tecnologías. Una
investigación realizada por la Consejería de Salud de Andalucía en España
(2016) se propuso conocer la relación de las personas mayores con las TIC con
el fin de potenciar su participación en la plataforma digital de la
institución. El estudio identificó que el uso de Internet de los mayores, es
una experiencia individual y diversa y que, si bien hay limitaciones, se
registró una actividad importante de la web con usos muy variados. En lo que
respecta a las percepciones y actitudes generales hacia las TIC se pudo
observar, por un lado, que las personas que tuvieron que usar la tecnología en
las últimas etapas de su trayectoria laboral, tuvieron una experiencia
dificultosa que marcó su relación posterior con las TIC. Aquellas personas que
nunca tuvieron contacto con la tecnología aprecian su uso, pero se mantienen
como usuarios pasivos y piden ayuda a otras personas de su entorno cuando
necesitan alguna información. Por otro lado, están aquellos que por iniciativa
propia e interés personal usan las TIC como un nuevo espacio de realización
personal (Gimeno et al., 2016).
Un trabajo realizado en Perú refiere que las
personas mayores tienen creencias y experiencias acumuladas y se enfrentan al
aprendizaje de la tecnología con expectativas y condiciones diferentes a
cualquier otro grupo etario. Las personas mayores, en su gran mayoría, buscan a
su medida integrarse a la tecnología donde ponen en juego capacidades y
habilidades adquiridas (Oliviera et al., 2020a).
La brecha digital
en el contexto de pandemia
Con el
fin de disminuir la brecha digital, se han generado en América Latina y Caribe
una variedad de políticas públicas de inclusión digital. Estas políticas son
consideradas como un derecho humano. La Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura (IIPE-UNESCO, 2007) las describe
como políticas de Estado que buscan disminuir la brecha digital y que
establecen acciones para asegurar el acceso a la conectividad tanto a través de
canales públicos como privados. Es claro que las políticas se ponen en marcha
de acuerdo a los marcos normativos, planes o programas relacionados con el
acceso a las TIC que cada país regula. La Carta de San José sobre los derechos
de los adultos mayores de América Latina y el Caribe (CEPAL, 2012) hace
referencia a la necesidad de garantizar el acceso a las TIC. Se suma a esta
iniciativa, la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos
Humanos de las Personas Mayores (OEA, 2015) que menciona el derecho a la
educación, la accesibilidad y a la movilidad personal (Rosset et al., 2021).
La pandemia Covid-19 manifestó la ausencia de
políticas públicas de inclusión digital en Argentina y mostró la persistencia
de una brecha digital para las personas mayores respecto de otras generaciones.
La emergencia sanitaria dejó de manifiesto la necesidad de la inclusión de la
población mayor en el uso de los canales tecnológicos para realizar trámites
sanitarios, bancarios y de la seguridad social. Además, la premura de los
cambios, sumada a las medidas implementadas en pos de mantener la distancia social
no permitió un aprendizaje acorde con las necesidades de la población mayor
(Oddone y Pochintesta, 2021).
Este contexto de emergencia sanitaria deriva en el
aislamiento social que conlleva a un incremento en la demanda de herramientas
digitales para distintos fines, entre ellos, poder estar comunicados. En
función a esto, el presente trabajo buscó conocer cómo se adaptaron las
personas mayores a esa situación y qué uso les dieron a las tecnologías en ese
contexto. Para ello se planteó responder a los siguientes interrogantes: ¿qué
percepción tienen las personas mayores sobre las tecnologías y para qué las utilizaron
durante la pandemia en la ciudad de Luján, provincia de Buenos Aires,
Argentina?, ¿cuál fue el uso que les han dado antes y durante el encierro
obligatorio y qué facilidades o dificultades encontraron en la apropiación?,
¿qué uso le dan las personas mayores a la tecnología en su vida cotidiana?,
¿qué políticas de inclusión tecnológica se encontraban vigentes en el área de
estudio durante el período estudiado?
Metodología
En
busca de dar respuesta a los objetivos propuestos en la investigación, se
utilizó una metodología cualitativa con un diseño descriptivo (Vasilachis,
2006). Se realizó un estudio de casos[7]
teniendo en cuenta los siguientes aspectos: zona de residencia, edad y género.
Participantes
El
número de participantes estuvo conformado por una muestra de 16 personas
mayores (8 varones y 8 mujeres), residentes en el partido de Luján, Provincia
de Buenos Aires, Argentina. A su vez, se dividió la muestra en dos grupos de
edad: de 60 a 74 años y de 75 años y más, quedando conformado cada grupo por 4
personas.
Técnica e
instrumento
El
instrumento de recolección de datos fue una entrevista semi estructurada con
preguntas abiertas y cerradas (Hernández-Sampieri, 2014). Todas las entrevistas
se hicieron de manera presencial y tuvieron una duración promedio de 40
minutos. En las mismas se buscó indagar sobre la frecuencia, valoración,
finalidad y uso de dispositivos tecnológicos. También se relevó si hubo algún
cambio en lo referente a la incorporación de nuevos dispositivos, redes y
plataformas durante la pandemia (ver anexo).
En lo que respecta a la delimitación espacial y
temporal, parte de las entrevistas se realizaron en dos instituciones
municipales de Luján y otras en el domicilio particular de las personas
entrevistadas, todas ellas, residentes en el partido de Luján[8]
durante los meses de junio y julio de 2022.
Procedimiento y
análisis de los datos
En cuanto a la recolección, sistematización y
análisis de datos se procedió a solicitar a los entrevistados su consentimiento
para grabar. Con respecto a la confidencialidad, ninguno aportó su nombre
verdadero, a cada persona se le asignó un pseudónimo y tampoco se les solicitó
datos personales. La participación fue voluntaria y libre y también se aclaró
que la entrevista tenía sólo fines académicos. Esto sigue los lineamientos para
el comportamiento ético en las Ciencias Sociales y Humanidades, Resolución 2857,
año 2006 del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET).
Para el análisis de los datos, se utilizó el método
de comparación constante, que permitió comparar los discursos y construir
categorías, subcategorías y códigos a partir del material empírico relevado
(Strauss y Corbin, 2002). Se recolectaron y analizaron datos, se organizaron en
categorías y se describieron las experiencias de los participantes. Además, se
descubrieron patrones comunes y diferencias buscando comprender el contexto que
rodea a esos datos con el fin de poder interpretarlos, siempre teniendo en
cuenta los objetivos planteados al comienzo de la investigación. Luego se
vincularon los resultados con el conocimiento disponible, es decir, se
discutieron los principales hallazgos con trabajos previos que confirman el corpus
de antecedentes (Blaxter et al., 2005).
El procedimiento para el análisis de los datos
siguió una lógica inductiva. Se elaboró una matriz que permitió comparar los
casos y refinar las categorías a partir de la identificación de similitudes y
diferencias que dieron origen a la categorización que estructura los
resultados. A continuación, se describen las características sociodemográficas
de la muestra para situar el contexto en el que se desarrollaron las
entrevistas.
El promedio de edad fue de 74 años con ocho casos
en el rango de 60 a 74 años y otros ocho en el de 75 y más. La mayoría reside
en diferentes barrios de Luján. En cuanto a los arreglos residenciales, la
mitad vive con un integrante de la misma generación (hogar unigeneracional) y
el resto vive solo/a (hogar unipersonal), sólo una persona convive con personas
de otras generaciones (hogar multigeneracional). Con respecto a la vivienda,
catorce son propietarios y dos personas alquilan. En relación al estado civil,
nueve personas están casadas, tres son viudas, dos divorciadas y dos separadas.
En referencia a la cobertura previsional, se pudo
observar que nueve personas perciben sólo jubilación y otras seis, además de
tener esta cobertura, continúan trabajando. Sólo una persona no recibe ingresos
previsionales, es ama de casa y su sostén económico es su pareja. En cuanto a
la atención de salud, catorce utilizan cobertura por obra social y dos utilizan
el sistema público.
Con respecto a la educación, se advirtió una
diversidad en el grupo analizado. El nivel de instrucción alcanzado es mayor en
el grupo de 60 a 74 años (secundario completo y más). No obstante, en un caso
del grupo de 75 y más, una mujer completó sus estudios universitarios.
Resultados
A
partir del análisis de los discursos de los participantes y siguiendo la
tipología elaborada por Pochintesta y Múseres (2022), se pudo constatar la
prevalencia de usuarios intermedios, quienes manejan dos o más herramientas
digitales, pero reconocen limitaciones en su uso.
“… Uso celular, computadora tengo, pero está ahí
durmiendo…siempre digo que la voy a usar y no lo hago. El celular lo uso para
comunicarme con mi familia, amigos. No hacemos video llamadas, mi hija dice que
es muy complicado. La computadora la uso para el Facebook, pero como no la
estoy usando está ahí. Por el celular poco y nada entro en las redes” (mujer,
83 años, entrevista personal, 13 de junio 2022).
En segunda instancia, se encuentran los usuarios
plenos quienes manejan varios dispositivos y herramientas digitales, están
predispuestos para el aprendizaje y pendientes de novedades y actualizaciones
tecnológicas.
“…Con el celular dialogo… Google, los
tutoriales, que me contestan. Hace un rato pregunté cuántos miembros tiene la
Corte Suprema y me contestó... También lo uso para hablar por teléfono, uso el WhatsApp,
video llamadas permanentemente” (varón, 84 años, entrevista personal, 22 de
junio 2022).
En tercera instancia, se identificaron usuarios
incipientes quienes requieren un apoyo permanente para poder usar las TIC, dado
que su autonomía es limitada o se encuentran en un estado inicial en cuanto a
su conocimiento de las TIC.
“El celular no hace mucho que lo tengo… Mi hijo
me ayuda a usarlo. Mis nietos no me han ayudado, pero siempre están
preguntándome si necesito algo” (mujer, 81 años, entrevista personal, 5 de
julio 2022).
Por último, se identificaron casos de no usuarios
quienes tienen reticencia a incorporar tecnología a pesar de reconocer que el
no uso implica quedar fuera de muchas actividades o intercambios.
“…Honestamente ... la ciencia y los avances y
lo demás no lo veo bien…los chicos… están todos los días con el celular y los
jueguitos. No estoy de acuerdo con que uno exponga toda su vida en el teléfono,
mostrando. Me gusta que la gente avance, pero no en esas cosas…no me gusta en
qué usan la tecnología mostrando sus vidas. Y yo se lo digo a mi hija y nieta”
(mujer, 81 años, entrevista personal, 13 de junio 2022).
En lo que respecta a la finalidad con la que
utilizan las TIC (figura 1), no se registraron cambios durante el encierro
obligatorio. Lo que sí pudo observarse es un incremento en la frecuencia de
uso. La herramienta que, efectivamente utilizaron todos, exceptuando los no
usuarios, fue el celular inteligente[9] pero para los mismos fines que lo usaban antes de la pandemia
(comunicación, entretenimiento, trabajo e información). Además, se constató una
tendencia al uso de video llamadas, a través del WhatsApp y un menor uso de la
computadora.
“…Me pareció muy útil la tecnología durante el
aislamiento. Más que nada por ese motivo me compraron mis hijos un celular
nuevo.... Es decir, que empecé a conocer más la tecnología durante el encierro”
(mujer, 81 años, entrevista personal, 24 de junio 2022).
Figura
1
Tipos de
usuarios de TIC y finalidad de uso
Otras tendencias que se encontraron en cuanto al
uso de TIC antes y durante la pandemia están relacionadas con la actitud frente
al uso de la tecnología para trámites digitales y los espacios de
alfabetización digital (figura 2). De acuerdo a los resultados obtenidos se
agrupó en usuarios de TIC con valoración positiva y negativa y no usuarios de
TIC con valoración positiva, negativa y, aquellas personas que no las utilizan
por falta de interés.
Figura
2
Actitud frente al incremento de las TIC,
trámites digitales y cursos relacionados con su uso.
Los usuarios de TIC que tienen una valoración
positiva son aquellos que utilizan por lo menos una tecnología como el celular
inteligente, cajero automático y/o computadora y que tienen una opinión
favorable respecto al incremento de la tecnología, de trámites digitales y/o la
existencia de cursos relacionados con su uso.
“…Lo que quiero resaltar es que ya no uso la
billetera. Salgo con el celular y pago todo con el celular. Antes tenía la
tarjeta de débito y crédito. Ahora todo con el celular pago a través del banco
o con mercado pago y esto es un gran beneficio porque es más seguro porque no
tenés el riesgo de perder la tarjeta y porque sólo llevas el celular” (varón,
64 años, entrevista personal, 16 de junio 2022).
Estos usuarios afirman que el uso de TIC,
específicamente el celular, les es de mucha ayuda en todo, especialmente, en
las relaciones sociales con sus familiares y/o amigos y en algunos casos con
las organizaciones donde asistían previo al encierro obligatorio. Además,
pueden resolver algunas situaciones del día a día como, por ejemplo, encontrar
una receta o buscar el significado de una palabra.
“…Lo uso desde siempre, no recuerdo cuál fue mi
primer celular, pero el teléfono (fijo) en casa ya no está más. Es muy útil
porque lo llevas a todas partes y si te pasa algo podés avisar enseguida. Mi
hijo nos enseñó a mi señora y a mí a usarlo. Ella sí usa las redes, usa el
Facebook e Instagram” (varón, 64 años, entrevista personal, 8 de julio de
2022).
Los usuarios de TIC que tienen una valoración
negativa son aquellos que, si bien utilizan por lo menos una tecnología como el
celular inteligente, cajero automático, y/o computadora no están conformes con
el avance de estas herramientas y los trámites digitales. En referencia a la
existencia de cursos relacionados con su uso, no tienen interés por acceder a
los mismos. Hacen uso de las TIC porque es la única forma de mantenerse
conectados con sus allegados. Este es el caso de un usuario que manifiesta que
no se puede digitalizar todo y es el campo de la salud un claro ejemplo. Él
afirma, por una experiencia propia, que la atención médica no debería reducirse
a una reunión por zoom en aquellos casos en que es necesario el contacto físico
con el paciente para hacer un diagnóstico certero.
Los no usuarios de TIC que tienen una valoración
positiva son aquellos usuarios que, a pesar de no utilizar ningún dispositivo
ni aplicación tecnológica, tienen una opinión favorable respecto a lo que
significa y representa el avance de la tecnología, facilitando los trámites
digitales y/o la existencia de cursos relacionados con su uso. Estas personas
manifiestan que prefieren seguir utilizando el teléfono de línea o el “celular
común” (refiriéndose al celular sin internet) y, están de acuerdo con la digitalización
de los trámites a pesar de que no los realizan. Y resaltan que prefieren ir al
banco, comprar, pagar y asistir al médico en forma presencial.
“…Me
parece muy útil, pero yo no hago trámites porque estoy acostumbrado a pagar la
luz y el gas y los demás impuestos personalmente. No me molesta hacerlo”
(varón, 64 años, entrevista personal, 8 de julio 2022).
“…Me parece increíble que se pueda hacer todo
por internet, sólo es cuestión de atreverse. Yo la verdad no he necesitado
hacerlo, pero por ahí quien dice, un día lo haga” (mujer, 60 años, entrevista
personal, 5 de julio 2022).
Los no usuarios de TIC que tienen una valoración
negativa, son aquellos que no usan tecnología como el celular inteligente,
cajero automático y/o computadora y tienen una opinión desfavorable sobre el
incremento de la tecnología, de los trámites digitales y/o la existencia de
cursos relacionados con su uso. Manifiestan que, así como están, están bien.
“… los
avances y lo demás no lo veo bien. Los chicos no estudian, si los pones a que
te digan una tabla no la saben, porque están todos los días con el celular y
los jueguitos. No estoy de acuerdo con que uno exponga toda su vida en el
teléfono, mostrando. Me gusta que la gente avance, pero no en esas cosas. Antes
como nacíamos nos criábamos y ahora la medicina todo lo cura. Y me parece
perfecto, pero no me gusta en qué usan la tecnología mostrando sus vidas. Y yo
se lo digo a mi hija y nieta” (mujer, 81 años, entrevista personal, 13 de junio
2022).
Los no usuarios de TIC que tienen desinterés por su
uso son aquellos que no usan tecnología y no opinan porque afirman que “no es
para ellos”. No desean ni quieren aprender porque les parece complicado, porque
vivieron la mayor parte de su vida sin depender de las tecnologías o, porque
consideran que, en este momento de la vida, no hay tiempo para aprender.
“Mi
hija quiere que aprenda, pero yo no quiero. No sabía que había, pero como no
tengo interés… A esta edad cuanta menos tenga cosas en la cabeza mejor para mi
salud. Me parece complicado usar esas cosas…soy más de pasear, tejer y esas
cosas. Hago viajes y eso” (mujer, 81 años, entrevista personal, 13 de junio de
2022).
En síntesis, más allá de ser o no usuarios de TIC
se pudo documentar la persistencia de la brecha digital intergeneracional en
tanto, en las personas que utilizan tecnología se observó un límite en su uso
y, en los no usuarios un reconocimiento de que su avance fue muy rápido y que
ellos no crecieron con la tecnología, por lo tanto, asumen que “no es para
ellos”.
Figura 3
Factores que facilitan/dificultan el uso de TIC
En referencia a las facilidades y dificultades (figura
3) que se presentan en el uso de la tecnología, se procedió a analizar el
perfil de los entrevistados buscando posibles factores que influyen de las TIC.
Se identificaron factores que facilitan su uso como: disponibilidad de tiempo,
de recursos económicos, interés por el uso de TIC, contar con redes de apoyo y
ser jubilado o jubilada y no tener actividad laboral (lo que facilita
flexibilidad en los horarios).
También se reconocieron los factores que dificultan
el uso de TIC, a saber: la falta de tiempo, el temor y la desconfianza ante lo
desconocido, la falta de recursos económicos, el delegar trámites bancarios y
digitales a familiares y o amigos/as, la falta de interés y tener un trabajo a
pesar de estar jubilado o jubilada. En relación a los factores que facilitan el
uso de TIC: tener disponibilidad de tiempo refiere a la posibilidad de realizar
otras tareas que no sean las habituales.
“Utilizo
Google, los tutoriales, que me contestan. …También lo uso para hablar por
teléfono, uso el WhatsApp, video llamadas permanentemente. Tengo una cámara de
seguridad en casa también. Tengo Facebook, Instagram no lo conozco y Twitter sé
que está, pero no lo uso” (varón, 84 años, entrevista personal, 22 de junio de
2022).
Contar con recursos económicos facilita el uso
porque permite poder comprar dispositivos, servicios de streaming y acceder a
plataformas que se actualizan permanentemente. Tener interés por el uso de
tecnología alude a reconocer que éstas pueden beneficiar la vida cotidiana en
muchos aspectos. En la mayoría de los usuarios se pudo percibir que demostraban
interés por las TIC y valoraban positivamente las posibilidades que habilita su
uso.
Contar con redes de apoyo refiere a la posibilidad
de recibir ayuda de familiares, amigos o amigas y de organizaciones en el uso
de TIC (figura de “experto cálido” mencionada por Rivoir, 2019). Durante la
pandemia, este acompañamiento resultó ser decisivo para que la población mayor
pudiera hacer trámites y mantenerse conectada. En los casos estudiados las
redes funcionaron como facilitadores claves para la apropiación de la
tecnología, específicamente, en el uso del celular inteligente. Muchas de las personas
entrevistadas recibieron ayuda de familiares y/o amigos o amigas para
mantenerse comunicadas a través del WhatsApp, por ejemplo.
No tener actividad laboral permite disponer de más
tiempo para usar tecnología. En el presente estudio fueron los usuarios plenos
que no trabajaban quienes manifestaron usar TIC y navegar en las redes varias
veces al día, buscando aprender y conocer lo nuevo. También se pudo observar
que el haber tenido una actividad laboral, relacionada con el uso de tecnología
y distintas plataformas digitales generaba seguridad en el uso. Esto implica
continuar dispuesto a aprender, por ejemplo, el uso del homebanking o plataformas
de comercio electrónico como distintas billeteras virtuales.
Con respecto a los factores que dificultan el uso
de TIC: no contar con disponibilidad de tiempo alude a no tener un espacio para
hacer otras tareas que no sean las habituales. En efecto, más de la mitad de
los entrevistados continuaban trabajando, a pesar de estar jubilados, por lo
que declararon no contar con tiempo suficiente para poder navegar por las
redes, conocer tutoriales o acceder a algún curso de capacitación tecnológica.
“…se
necesita tiempo para conocer algo, es como un entrenamiento... Hay un tema hoy
en la educación o estudias o trabajas. Para trabajar en este país tenés que
dedicarle todo el tiempo y no te da para otra cosa. ¿Además, uno tiene que
descansar y cuánto tiempo queda para aprender? Y a todo no se puede llegar
lamentablemente. Todo depende del tiempo
que se tenga…Pero se necesita tiempo físico para hacerlo y de eso depende”
(varón, 70 años, entrevista personal, 10 de junio de 2022).
“…Me
imaginé que sí que hay cursos para grandes. La verdad si pudiera y tuviera
tiempo iría, pero por el momento no puedo” (mujer, 60 años, entrevista
personal, 8 de julio de 2022).
Tener temor y/o desconfianza ante lo desconocido
significa tener inseguridad y miedo a equivocarse por falta de conocimiento.
Este es otro factor que refieren Sunkel y Ullman (2019). Muchas personas
consideran que, o no saben usar bien alguna tecnología digital o no podrían
hacerlo y esto genera también desconfianza a la hora de hacer operaciones
financieras por entender que no es seguro. Esto se vio claramente en relación a
los trámites digitales puesto que sólo uno de los 16 entrevistados los realizaba.
También el uso del cajero automático de los bancos disminuyó a partir de la
pandemia y permaneció así hasta el momento en que se hicieron las entrevistas.
Es clave comprender que las personas mayores no nacieron en el mundo digital y
la mayoría se ha tenido que adaptar al nuevo entorno cultural tratando de
incluir las TIC en su vida. Pero cuando descubren que la tecnología,
especialmente Internet, ofrece herramientas que mejoran su bienestar, estas
herramientas se incorporan a su vida cotidiana.
“…Uso mercado libre, mercado pago, pago mis cuentas
[billeteras virtuales]. Además, tengo una hermana con discapacidad a cargo y
pago todas sus cuentas y todo lo hago por el celular y no tengo que viajar para
hacerlo que son unos 100 km. Transfiero dinero, pago facturas y también
administro unas propiedades que me dejó mi papá y están en alquiler. También
hay una aplicación de la obra social en la que se facilitan los pagos y
trámites sin necesidad de ir personalmente” (varón, 64 años, entrevista
personal, 16 de junio de 2022).
Otro factor que influye negativamente en el uso de
TIC, es no contar con recursos económicos. Esto supone una imposibilidad de
satisfacer todas las necesidades materiales, que facilitan el uso y acceso a
las TIC. Los entrevistados afirmaron que la pandemia tuvo un impacto en su
productividad ya sea porque se quedaron sin posibilidad de continuar con su
trabajo o porque el trabajo disminuyó mermando, a su vez, los ingresos. Hay que
recordar que la mayoría de las personas, a pesar de estar jubiladas, trabajaban
para poder llegar a fin de mes. Esta situación influyó en sus capacidades
socioeconómicas, pero, a la vez, les facilitó tiempo para informarse y
comunicarse en algunos casos. También hay que tener en cuenta los costos que
implica acceder al uso de Internet por cableado en el hogar o usar redes de
datos inalámbricas ya sea por el mismo celular o wifi.
Como menciona Rivoir (2019), el aspecto económico
constituye un factor determinante de la mencionada brecha digital. Así algunas
personas mayores quedan excluidas de los avances tecnológicos ya que no todas
cuentan con recursos para poder adquirir un celular que les permita instalar
aplicaciones como WhatsApp o Zoom. Y también están aquellos que se niegan
rotundamente a romper con la brecha digital y poder conectarse con los demás
por ese medio. Algunas veces lo hacen por lo económico, otras por temor y otras
porque no han recibido los estímulos necesarios para apropiarse de las
herramientas tecnológicas, y por ello no pueden desarrollar habilidades y
competencias (Rivoir, 2019). Esto se pudo observar en el presente estudio en
los no usuarios, quienes manifestaron una valoración negativa o desinterés por
la tecnología ya sea por falta de conocimiento o por verla como algo invasivo,
peligroso y perjudicial.
“No
soy ignorante, pero veo a mi nieta con el celular y eso me preocupa” (varón, 79
años, entrevista personal, 10 de junio de 2022).
En síntesis, en los relatos donde existe una
valoración positiva se advirtió una tendencia a reconocer que el tiempo y los
recursos económicos facilitan el aprendizaje y la apropiación de las TIC. Por
el contrario, no contar con recursos materiales constituye una barrera para la
inclusión digital debido a que la apropiación digital es percibida como un
proceso largo que demanda tiempo y dinero. De acuerdo a lo relevado, la
pandemia COVID-19 dejó en evidencia la ausencia de políticas públicas enfocadas
en la promoción de la inclusión digital de la población mayor. Es decir, que
más allá de tener una valoración positiva, se constata en los discursos la
brecha intergeneracional debido a que conocen hasta donde necesitan para
satisfacer sus necesidades, pero no profundizan más porque “el avance fue muy
rápido”, “no crecimos con la tecnología”.
Al momento del presente trabajo las únicas
políticas vigentes, en el partido de Luján, se referían a cursos sobre el
manejo de la computadora. Se pudo constatar que casi todos los participantes en
el estudio desconocían su existencia. En la mayoría de los casos, manifestaron
indiferencia frente a este tipo de capacitación debido a que, o bien no
contaban con este dispositivo o bien ya no lo usaban. Si bien durante el
confinamiento se tomaron algunas medidas públicas para evitar el aislamiento
social de la población mayor, éstas no fueron suficientes ya que, en el caso de
las 16 personas entrevistadas, la mayoría manifestó haber contado siempre con
el apoyo de la familia y amigos/as. En algunos casos, las organizaciones socio
recreativas donde concurrían, previo a la pandemia, se encargaron de capacitar
sobre el uso del celular para sostener la participación y comunicación.
La
celeridad con la que se experimentaron los cambios en la pandemia Covid-19
afectó todas las prácticas de la vida cotidiana y reconfiguró el mundo con
tecnologías digitales que complejizan y estructuran lenguajes que demandan una
nueva alfabetización. En referencia al uso de las TIC antes y durante la
pandemia, pudo observarse un incremento en el empleo del celular inteligente
por ser más práctico en cuanto a su utilización y portabilidad. Más allá de
tener una opinión favorable o no en cuanto al crecimiento de la tecnología, la
mayoría de las personas entrevistadas ha incrementado su uso, principalmente,
para poder comunicarse.
Las personas mayores entonces, adoptaron e
incrementaron el uso de herramientas digitales que les resultaron útiles, pero
hay aplicaciones y plataformas que no utilizaron por desconocimiento. Importa
señalar que, ese desconocimiento a veces se debe a que la ayuda recibida por
las redes de apoyo no siempre ha resultado efectiva en el proceso de
apropiación. Aquí se recupera lo expresado por Pochintesta y Múseres (2022) y
Oliviera et al. (2020a) sobre la importancia del acompañamiento en el
aprendizaje del uso de TIC. En el presente estudio ese apoyo, por un lado,
resultó ser clave durante la pandemia, pero, por el otro, sin querer restó
autonomía aún después del encierro obligatorio, delegando en otros los trámites
bancarios, sanitarios y de la seguridad social.
En los relatos donde existe una valoración positiva
acerca de las TIC, se advirtió un reconocimiento acerca de que el tiempo y los
recursos económicos facilitan el aprendizaje y la incorporación de tecnología.
Por el contrario, no contar con recursos económicos y tiempo suficiente
constituye una barrera para la inclusión digital. Este mismo aspecto destacan
Sunkel y Ullmann (2019) sobre la influencia de la situación económica en cuanto
al acceso a TIC.
En alusión a la percepción sobre la tecnología y
sus avances, se pudo constatar en algunos discursos lo que expresan Camacho
(2018) y Pochintesta et al. (2021) sobre el predominio de barreras que no
permiten conocer lo que implica el uso de la tecnología digital y sus
beneficios. La percepción de que “no es para mí” y la elección de las
tradicionales formas de comunicación como el uso del teléfono de línea, implica
un reconocimiento de estar fuera de época y un desinterés por aprender. Es así
que, en algunos discursos, se refuerza la falta de interés por las TIC. Este
desinterés podría deberse a que estas personas vivieron la mayor parte de su
vida sin depender del uso de las tecnologías. Al mismo tiempo, en estos casos,
existe una percepción acerca de que ya no es tiempo de aprender. En otras
narrativas, se evidencia una valoración negativa generada, por ejemplo, al ver
a sus hijos y nietos continuamente conectados con el celular a las redes
sociales.
No obstante, algunas personas afirman tener
disposición a afrontar las propias limitaciones, buscando sacar el mayor
provecho posible del uso de las tecnologías para su vida cotidiana. Se destacan
el uso del celular inteligente y las plataformas digitales que han transformado
y revitalizado las relaciones interpersonales mejorando la autonomía de esta
población. Esto se advierte en las trayectorias en las que se constata una
posición activa y receptiva frente a los cambios que las nuevas tecnologías proponen.
Del total de entrevistados el perfil que sobresale
es el de usuario intermedio (Pochintesta y Múseres, 2022). Estas personas
manifiestan su deseo de superar los desafíos que implica el uso de las TIC
porque consideran que facilitan la búsqueda de información, la comunicación y
el entretenimiento. Aquellos que incorporan y usan las tecnologías afirman que
su autoestima y habilidades personales se han incrementado al aprovechar las
oportunidades educativas, comunicativas y de entretenimiento. Esto coincide con
lo expresado por Peral-Peral et al. (2015) quienes muestran que el papel del
autoconcepto es importante para participar en las interacciones digitales.
El contexto de emergencia sanitaria, propiciado por
la pandemia, dejó en evidencia lo que significa poder acceder a la tecnología
digital, es decir, que fueron las tecnologías las que trazaron un puente vital
para que la población mayor no quedase totalmente aislada y pudiera mantener
sus vínculos más cercanos.
En síntesis, en los casos estudiados, se adopta
tecnología digital que resulta útil, pero hay aplicaciones y plataformas que no
se utilizan por desconocimiento acerca de su eficiencia. Quizás esto se deba a
ese temor inicial que refieren Oliviera et al. (2020a) que, una vez superado,
permite la apertura a un nuevo conocimiento y ofrece un abanico de
oportunidades en virtud de facilitar una mejor calidad de vida en la vejez. En
pos de reducir la brecha digital e incrementar la inclusión social de la población
mayor, se torna necesario explorar con más detalle las metodologías utilizadas
en la enseñanza y aprendizaje de dispositivos y aplicaciones para que se
adapten a las posibilidades y necesidades de la población mayor.
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Anexo
Preguntas realizadas en las entrevistas
[1] Tecnología proviene de las palabras griegas techné, que significa arte, combinada con logos que es la inteligencia que ordena, dirige y armoniza los
cambios que se producen (Ávila, 2013).
[2] Refiere a las tecnologías que surgieron a partir del desarrollo de
internet, tecnologías digitales o TIC.
[3] Ávila (2013) define a las TIC como “…conjunto de herramientas, soportes
y canales desarrollados y sustentados por las tecnologías (telecomunicaciones,
informática, programas, computadores e internet) que permiten la adquisición,
producción, almacenamiento, tratamiento, comunicación, registro y presentación
de informaciones en forma de voz, imágenes y datos, contenidos en señales de
naturaleza acústica, óptica o electromagnética a fin de mejorar la calidad de
vida de las personas” (p. 222-223).
[4] La Convención Interamericana
sobre Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, ley 27.360,
establece que una persona es mayor a partir de los 60 años salvo que la ley de
cada país sea diferente. La edad base no puede ser mayor a 65 años.
[5] A modo de ejemplo
Arias (2013) cita a los apoyos recibidos a partir de políticas públicas, como
el otorgamiento de subsidios.
[6] el
autoconcepto referido aquí como la autopercepción y visión de la vejez que
tenga la persona que influye en la adquisición de competencias digitales.
[7] El método de estudio de caso es una herramienta de investigación a
través de la cual se mide y registra la conducta de las personas involucradas.
Las fuentes de obtención de datos pueden ser cualitativas y/o cuantitativas
(Martínez, 2006).
[8] Cabe aclarar que, el partido de Luján está conformado por las
localidades de Pueblo Nuevo, Open Door, Torres, Cortínez, Carlos Keen,
Jáuregui, Olivera, Lezica y Torrezuri y Luján propiamente dicho.
[9] Refiere a lo que se conoce también como celular Smart, Smartphone, que
es un dispositivo móvil que combina funciones de un celular tradicional con las
de una computadora.