ISSN 2709-9164
https://doi.org/10.53940/reys.v3i6.123
Vol. 3(6) 2022
Aportes de Raúl González Moreyra a la psicología
social peruana
Contributions of Raúl González
to Peruvian social psychology
Walter Cornejo Báez1
Citar
como: Cornejo, W. (2022). Aportes de Raúl González Moreyra a la psicología
social peruana. Revista Educación y Sociedad, 3(6), 39-50. https://doi.org/10.53940/reys.v3i6.123
Artículo
recibido: 15-09-2022
Artículo
aprobado: 03-12-2022
Arbitrado por pares
El Dr. González Moreyra es reconocido por su
dedicación sobresaliente a la psicolingüística, psicología educativa y
psicología cognitiva. Pero, también, incursionó en la psicología social desde
donde realizó aportes de singular importancia que serán objeto del presente
artículo. En este contexto, se revisan sus contribuciones acerca de: los marcos
sociales que otorgan sentido y significado; la asociación interdisciplinaria de
la psicología y la sociedad; el proceso del origen filogenético y ontogenético
del psiquismo; y, la naturaleza principista y metodológica de la dialéctica.
Adicionalmente, se hace alusión a la consideración que tuvo el Dr. González con
respecto al enfoque de Piaget.
Palabras
clave: Psicología educativa, psicología social, psiquismo-sociedad, psicología
peruana, psicología social empírica.
Dr.
González Moreyra is recognized for his outstanding dedication to
psycholinguistics, educational psychology and cognitive psychology. But he also
ventured into social psychology from where he made contributions of singular
importance that will be the subject of this article. In this context, we review
his contributions on: the social frameworks that give meaning and significance;
the interdisciplinary association of psychology and society; the process of the
phylogenetic and ontogenetic origin of the psyche; and the principled and
methodological nature of dialectics. Additionally, allusion is made to the
consideration that Dr. Gonzalez had regarding Piaget's approach.
Key words: Educational psychology, social psychology, psyche-society, Peruvian
psychology, empirical social psychology.
1
Universidad
Tecnológica del Perú. wcornejobaez@yahoo.es https://orcid.org/0000-0001-7848-6926
Nota: Conferencia expuesta en la Cátedra Raúl González
Moreyra. Facultad de Educación, Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima,
octubre 27, 2022.
Introducción
Es muy grato presentar una exposición a los académicos
y psicólogos presentes sobre los aportes más significativos de Raúl Gonzáles
Moreyra sobre la psicología social en el Perú.
Fui alumno, de esta figura singular de la psicología
en la década de los años 60, en el curso Historia de la Psicología. Al mismo
tiempo, también me motivó la investigación psicológica en sus diversas
manifestaciones (recuerdo que acopié toda la producción nacional del
Psicodiagnóstico de Rorschach). En los años 80 tuve la ocasión de compartir con
él en la Maestría en Psicología en la Universidad Nacional Federico Villareal.
Tuvimos una relación amical forjada desde mi posición como director de la
Sección de Posgrado; y en donde le manifesté en varias ocasiones, mi interés
para que impartiera algunos cursos. En
este marco, me sorprendió que me invitara a visitar su casa para coordinar uno
de esos cursos. Conocí, así, su extraordinaria biblioteca en dos habitaciones;
una de ellas para sus libros de psicología y la otra para otras ciencias.
En algunas conversaciones posteriores me percaté de su
curiosidad y criticidad marcada por la psicología social. Pude comprobar así
que estos temas no eran ajenos para él a pesar de su dedicación por la
psicolingüística, la psicología cognoscitivista y la psicología educativa. En
este sentido, tuve la ocasión de revisar hace algunos años los aportes del Dr.
González Moreyra en esta área y que fueron plasmados en el ensayo sobre
Psiquismo y Sociedad (González, 1968) publicado en Anales Científicos de la
Universidad Nacional Agraria de la Molina. Esta lectura me llevó a considerarlo
como uno de los cultores de la psicología social en el país.
Bajo este panorama, resulta merecedor compartir las
inquietudes de Raúl Gonzáles Moreyra en esta disciplina o área de la psicología
desde esta catedra que lleva su nombre y que de manera acertada organiza la
Facultad de Educación de su alma mater como estudiante y docente que fue.
Quiero agradecer de manera especial al Dr. Aníbal Meza, un gran colega y amigo,
por convocarme para participar de esta actividad académica.
Visión
de la psicología social
González (2015), para tratar
este tema, analizó la función social de la psicología y empezó por presentar un
cuadro de las corrientes, posiciones y teorías como el psicoanálisis, la línea psicométrica,
el pensamiento, el hombre prelógico y las relaciones humanas en la empresa.
Todo esto lo llevó a realizar algunas consideraciones del hombre en el trabajo,
el Estado, la religión, el amor y la psicopatología.
No obstante, asume una postura crítica frente a buena
parte de estos planteamientos. En esta línea, enfatiza en la necesidad de
contar con una imagen coherente de la sociedad y del hombre. En consecuencia,
estima que para el psicólogo es necesario tener una teoría del hombre; puesto
que estos profesionales están más comprometidos con su desarrollo.
Cuestiona al psicoanálisis por llevar al hombre a los extremos del individualismo. Para cuya
corriente son las fuerzas irracionales (catexias de la energía sexual) las que
regulan el destino individual y colectivo. Reduce la ideología del hombre y el
desarrollo económico-social a la acción de fuerzas atávicas inconscientes e
individuales. Merece aquí citar una crítica lapidaria de Eysenck (2008) a Freud:
El psicoanálisis es en el mejor de los casos una
cristalización prematura de ortodoxias espurias; en el peor caso, una doctrina
seudocientífica que ha causado un daño indecible tanto a la psicología como a
la psiquiatría, y que ha sido igualmente dañina para las esperanzas y
aspiraciones de incontables pacientes que confiaron en sus cantos de sirena. Ha
llegado la hora de tratarlo como una curiosidad histórica y devolver a la gran
tarea de construir una psicología verdaderamente científica. (p. 110)
El hombre de los test psicométricos asume una postura
unilateral y sus resultados, alegan neutralidad; pero paradójicamente señalan
diferencias de inteligencia entre blancos y las razas de color. Cabe anotar
que, para González Moreyra, esta aproximación no es tomada en cuenta por muchos
psicólogos.
El hombre de la psicología prelógica, hace referencia
a las contribuciones antropológicas de Bhrull (1956)
por estudiar la psicología prelógica y las creencias animistas del hombre
primitivo. De ahí, indica que el pensamiento primitivo es prelógico, concreto y
sensorial. No obstante, esta tesis fundamenta el proteccionismo colonialista de
los países industrializados sobre los pueblos considerados como primitivos.
El hombre y el uso de las técnicas de relaciones
humanas en la empresa, es una visión unilateral. Surge de tres fuentes: psicología social, conductismo y sociometría
que aplican como eslóganes publicitarios de “altos salarios” e “igualdad de
oportunidades para todos”.
De este modo,
sugiere algunas consideraciones para una teoría del hombre. Por ejemplo,
considera que el ser humano transita por un proceso biológico, social, cultural
y psicológico. Por eso, y con base en estos multifactores, es posible
desprender una concepción de hombre; la misma que puede determinar su
conciencia social como resultado de las condiciones materiales de la existencia
humana.
Aporta con una perspectiva acerca del desarrollo
humano y el desarrollo económico-social basado en algunas actividades que
realiza el hombre en relación con el trabajo, el Estado, la religión, el amor y
con la psicopatología. Esto le permite realizar la autoexpresión y la
optimización humana que en esencia supone comprender que los hombres “somos
protagonistas de la historia y de la propia vida, en cuanto se universaliza el
individuo como especie” (González, 2015, p. 33).
González, concibe que el papel fundamental del
psicólogo profesional es la optimización de los individuos y los grupos. En
virtud a esto, estima que el psicólogo pretende adaptar al individuo a su contorno
socio-cultural. Además, cabe anotar, que González Moreyra acepta el concepto de
adaptación. Afirma, también, que:
Asumimos el concepto Piagetiano de adaptación como
proceso complejo de asimilación y acomodación que le permitirá al ser humano
ser la persona misma, en cuanto es capaz de relacionarse activa, productiva y
posesivamente con el mundo, desarrollando todas sus fuerzas, capacidades y
potencialidades, en resumen, en la autoexpresión humana. (González, 2015, p. 33)
En consecuencia, aboga por una función social para la
psicología; y en donde los profesionales de esta ciencia tendrían que asumir
protagonismo de su propia vida, tanto para el reconocimiento de su
universalidad como ser humano y, por ende, de su libertad. Pero González
Moreyra estima que las fuentes que revisó pueden ser motivo de desconcierto
para muchos psicólogos por el carácter unilateral de sus teorías, el uso de
ciertos estilos del lenguaje y la ambigüedad de sus nociones teóricas. Se
revisan las siguientes posturas psicológicas catalogadas como “posiciones
extremistas”, cuyas posibles definiciones de la psicología como ciencia de los
procesos mentales, ciencia del comportamiento, ciencia de la individualidad
social, ciencia de la persona, etc. pueden ser útiles para comprender lo que no
es psicología.
a) El Espiritualismo en psicología se mueve en un
campo no científico y de la fe. En este sentido, considera que un psicólogo no
puede fundamentar sus investigaciones en problemas como la salvación eterna. A
esto se suma la corriente parapsicológica que basa su prestigio en estudios de
psicología científica y el neotomismo; que forman parte del extremismo
espiritualista en la psicología y que son propios del oscurantismo y la
superstición medieval.
b) El conductismo en psicología es un caso de
extremismo, puesto que afirma que la conciencia es la materia de estudio de la
psicología y la introspección su método natural. En términos generales el
conductismo reduce al hombre a una mera colección de reflejos porque no pudo
explicar los hechos psicológicos.
c) Sociologismo en psicología, postula la teoría del
pensamiento prelógico. Explica la mayor diferencia entre el hombre y los
animales como resultado de la mayor sociabilidad. Sugiere que el individuo no
es solo un ser social, sino también, un ser biológico de manera específica
cuyas características fueron condicionadas. Además, es persona capaz de
emanciparse de las contingencias actuales. En suma, la psicología se deriva de
los estudios sociológicos, sin aportar soluciones que la psicología demanda a
fin de tener una visión holística de las condiciones sociales y culturales en
los que se desarrolla el hombre.
d) Filosofía en psicología, abarca los tres
extremismos: el espiritualismo, fisiologismo y el sociologismo que enmarcan los
límites de la imposibilidad para definir la psicología, cuyo objeto está dentro
de dichos límites y salirse de ellos, es dejar de hacer psicología; de ahí
surge la pregunta de carácter filosófico: ¿Por qué es tan difícil definir a la
psicología? La filosofía que problematiza todo es relevante en esta ciencia,
por eso no se puede negar su raíz filosófica y se influencia durante muchos
años y, nunca se problematizó la existencia de los “estados de conciencia”.
Entre los contenidos de la conciencia, materia
tradicional de la psicología según Wundt, luego la creación de la metodología
experimental, después el conductismo ortodoxo que elimina la conciencia y el
método experimental, pero el conductismo no dio una solución satisfactoria y
con Freud la vida inconsciente se llega a una imprecisión del método y del
objeto, y el caos se hace total. De esta manera “Las escuelas, sistemas y
corrientes nacen, crecen y se reproducen a un ritmo de vértigo: psicología de
la forma, psicología eidética, psicología comprensiva, psicología existencial,
psicología dialéctica, y muchas más” (González, 2015, p. 44). Cada una cuenta
con sus propias nociones, programas y peculiares conclusiones. Para González
esta “abigarrada miscelánea” por pura costumbre se le sigue llamando
Psicología. Para explicar estos límites, es necesario tener un marco de
referencia sólido, un esquema conceptual coherente, un bagaje teórico, flexible
y valido porque la tarea de la psicología es predecir, comprender y dirigir al
individuo en ese “accidente enojoso para la ciencia”, feliz expresión de
Allport (1963, como se citó en González , 2015, p. 45). En este mismo sentido, González
(2015), reconoce que la persona es subjetividad autónoma e inteligente, que
conoce y transforma la naturaleza y la sociedad más que su propia realidad
interna, y le resulta más sencillo comprenderlas porque participa de ambas.
Las particularidades anatómico-fisiológicas que forman
parte de la naturaleza del hombre, en especial de su sistema nervioso,
determinan su psiquismo y le permite una adaptación y actuación creadora para
modificar su entorno. Si se observa los
procesos cognitivos más simples, se advertirá el predominio del
condicionamiento biológico, y en los procesos superiores, el condicionamiento
cultural. Esta doble naturaleza
biológica y cultural del hombre, plantea el problema de la ubicación de la
psicología en relación con las disciplinas científicas conexas. Complementariamente,
Dilthey (1956, como se citó en González, 2015, p. 46) indica que “la psicología
es el núcleo y parte integrante de las ciencias histórico sociales”.
Con base en esta idea, González Moreyra esboza la
siguiente propuesta: el hombre es ser
biológico, pero también es subjetividad autónoma e inteligente. Sin embargo,
los esfuerzos de delimitación de la psicología como ciencia resultan bastante imprecisos,
aun así, Moreyra delimita su objeto de estudio, sin caer en lo biológico ni en
lo social para entender la naturaleza histórico-social y la reivindicación de
la subjetividad como entidad real.
No se puede dejar de reconocer que la psicología
cumple el papel de puente entre lo social y lo natural; y en cierta medida emplean las mismas metodologías.
Asimismo, González delimitó su objeto específico de estudio, sin embargo, se
presenta todavía como dividida, confusa y contradictoria. De todos modos, y a
pesar de que la psicología tiene mucho de ciencia idiográfica (descriptiva,
acumuladora de hechos), el tránsito hacia su consideración como ciencia
nomotética (que la convierte en ciencia sistemática coherente con leyes
generales) es inminente. Es así, que en este contexto, considera que la
psicología cognitiva ofrece pistas valiosas para conseguir un mayor estatus de
esta ciencia; fundamentalmente por su perspectiva integradora capaz de asimilar
diferentes posturas.
Marcos sociales de
la psicología
González, concibe la
psicología como actividad
social-cognoscitiva y tecnológica. De ahí que plantea la congruencia entre el
desarrollo de la psicología y el proceso social contemporáneo. Estima que la
praxis solo puede ser definida en el marco de los escenarios sociales. Estos se
apropian de la psicología y se modifica a partir de una dialéctica de
producción-apropiación. Al respecto, plantea la necesidad de identificar la
correspondencia entre el desarrollo de la psicología y el proceso
histórico-social contemporáneo, siendo menester asignar el papel mínimo al
creador de una escuela psicológica y acentuar el clima que permitió el
desarrollo de la psicología con el clima histórico-social correspondiente. Así,
no postula una derivación mecánica entre ideas psicológicas y los entornos
sociales que condicionan, sino que situaciones congruentes se ajustan mejor a
las necesidades y demandas que realiza el marco social ante la espontaneidad
creativa del creador de una determinada escuela.
En alusión a esta
congruencia (en tanto selección y
amplificación de la realidad social), es posible analizar mediante una
periodización provisional en tres etapas el desarrollo de la psicología como
ciencia a partir de 1879:
1) La revolución conciencialista (1971-1914). Con base
en los procesos histórico-sociales de la primera guerra mundial, la revolución
de la Comuna de París y el capitalismo manufacturero -y su respectiva
expansión- se suscitó en la psicología
una conmoción, esta sería el primer movimiento que prepararon Fechner, Weber,
Helmholtz y que culmina con Wundt como cambio “conciencialista”, que centra el
interés en la conciencia, la metodología introspectiva y experimental. En 1905
se produjo la revolución psicoanalítica y de esta manera la conciencia como
categoría psicológica entró en crisis y la respuesta fue la revolución conductista,
que no aceptó ni la conciencia tradicional ni el inconsciente psicoanalítico.
2) Emergencia de nuevas escuelas (1914-1960). Los
marcos históricos sociales fueron las dos guerras mundiales y las viejas formas
del imperialismo; condiciones que generaron la multiplicidad de escuelas en la
psicología. Aparecen así, la fenomenológica y existencialista, la psicología
del acto, la Gestalt y los diversos funcionalismos. También, el fraccionamiento
del psicoanálisis en las corrientes heterodoxas individualista de Adler y
analítica de Jung, se añadirán las más marginales de Reiche o de Sheckel y
luego los culturalistas (Fromm, Horney, Sullivan). Y en la década del 50, se
produce la crisis de la ortodoxia psicoanalítica. Las metrópolis científicas
serán Estados Unidos, Europa y, tardíamente la Unión Soviética. En esta última
luchan los discípulos de Pavlov y Bechterev, el culturalismo de Vygotsky, la
Reactología de Kornilov y el funcionalismo de Rubinstein. En Estados Unidos
están el neoconductismo de Skinner hasta el personalismo de Allport que se
manifestaron con el carácter selectivo de la praxis profesional en las áreas
educacional e industrial. En suma, la psicología se dividió en tres
movimientos: conciencialista, psicoanalítico
y el conductismo, cada uno propone su
objeto, diseña métodos y elabora programas, además “La profesión reaccionaba
positivamente a la demanda de un campo social empeñado en optimizar el
rendimiento social pero no al hombre concreto” (González, 2015, p. 62).
3) Identidad nacional y cooperación (1960-1980). Es el
periodo llamado “tercer mundo” enfrentada a los países ricos. Se fue formando
conciencia en los países proletarios. En Estados Unidos, el neoconductismo y el
funcionalismo se fusionan en posturas mediacionistas (llamada ahora psicología
cognitiva, que engloba ambas perspectivas); en la URSS la tradición Pavloviana
se aplican al campo educacional y en Europa por el trabajo de Piaget a la
génesis del pensamiento y los estudios de la psicológica cognitiva. La
profesión sufrió una innegable transformación. A la “testofrenia” de los años
50 surgió una verdadera tecnología psicológica en la terapia conductual, el
abordaje educativo y en la dinámica de grupos. Ante este panorama, aparecen
nuevos retos, como la ética profesional y propio del “tercer mundo” los
procesos del cambio social. Gonzáles Moreyra invita utilizar los recursos
científicos y tecnológicos para la optimización del hombre en la nueva sociedad
globalizada.
Psiquismo y
sociedad
De acuerdo con las nociones
preliminares de un trabajo publicado por González Moreyra (1968) -y en su libro
editado en el 2015- concibe que para comprender
mejor la relación psiquismo y sociedad, es necesario tomar en cuenta el
enfoque interciencia para constatar la complejidad social del rol profesional
del psicólogo.
Así, sugiere estudiar el
psiquismo desde su origen filogenético (especie) y ontogenético (génesis
individual de la cognición, de la afectividad y la personalidad). Lo social se
estudia desde el tema de la alienación humana, que conduce a la dialéctica
entre la categoría social y psicológica y entre lo universal y lo particular de
los procesos humanos.
Psicologismo y
sociologismo
Para un psicólogo, es un riesgo
tratar el tema por las siguientes razones: 1) Es semillero permanente de
errores y confusiones; 2) La psicología social, es ciencia y profesión y una
actividad compleja por su carácter interdisciplinario; 3) Tanto el psicólogo
como el sociólogo presenta unilateralidad e incomprensiones. Lo anterior, lleva a posturas que cambian entre los
dos puntos: 1) La reducción de los fenómenos psíquicos a los sociales; 2) La
reducción de los fenómenos sociales a los psíquicos. Los hechos individuales y
colectivos se distorsionan en una imagen empírica y, ésta constatación apunta a
reconocer las condiciones históricas y sus orígenes. Frente a esta dialéctica
se asume la curiosidad científica como audacia y estilo de vida. En la primera
posición, el sociologismo, puede eliminar de hecho la psicología como ciencia
especifica. Se busca definir la psicología en términos de ciencias sociales,
pero en la segunda posición el psicologismo modela las ciencias sociales como
un sistema de proyecciones del psiquismo. A menudo los conceptos y categorías
científicas de ambas, dejan de ser problemas de conocimiento para convertirse
en problemas de comunicación.
Condiciones
interdisciplinarias
Existen dos aspectos que
condicionan e influyen para el análisis científico interdisciplinario: 1) El
espíritu de diferenciación donde cada profesional asume desde su perspectiva y
metodología la explicación de ambos niveles; 2) La complementariedad del
trabajo interdisciplinario concreto como aspecto que no puede realizarse de
manera abstracta, sino más bien, acerca del estudio de los hechos reales.
Estima sólo cuando se realicen aportes mutuos para entender la naturaleza
humana, desde la propia perspectiva y apoyadas en investigaciones, se lograría
relaciones fructíferas entre psicólogos y sociólogos. En este sentido, no se puede reducir la ciencia a un
problema de comunicación, lo que se trata, de manera esencial, es conocer y
transformar la auténtica vocación del conocimiento humano.
Rol de la
psicología
González Moreyra, asevera que la praxis de la
psicología como profesión y disciplina, implica el diagnóstico, comprensión y
dirección del individuo. Por tanto, el psicólogo tiene que diagnosticar,
comprender y dirigir porque su actividad está inmersa en la práctica social.
Estas tres tareas son aspectos inherentes a su responsabilidad social y plantea
los problemas en el terreno de lo real y en el desarrollo concreto del
psiquismo.
Afirma, además, que la psicología es la ciencia de la
individualidad. “Individualizar en psicología es pasar de lo abstracto a lo
concreto, de lo verosímil a lo verdadero” (González, 2015, p. 71), también,
ratifica el psiquismo como segmento de la realidad que se introduce al
trabajoso sistema de la ciencia. Estima que la autenticidad humana, prospectiva,
racional, apasionada y activa, es un reto para la ciencia. La teoría y la
práctica dilucidan los secretos del psiquismo; lo cual no significa que la
psicología se oriente hacia la especulación o a la metodología de la
introspección.
Sintetiza esta idea,
señalando “desde el punto de vista que asumimos, la psicología es
práctica de diagnóstico, comprensión y dirección del individuo concreto, es
análisis de la subjetividad y sus determinaciones y es, finalmente, observación
de la conducta” (González 2015, p. 72).
Psiquismo colectivo
y psiquismo individual
La psicología asume la
individualización del psiquismo. Basado en la teoría de Durkheim, la sociología
analiza el psiquismo individual como mero portador de representaciones
colectivas. El psiquismo individual es sociología desde este enfoque. Esta
visión dio un salto a la constatación de un sistema social de creencias y de un
instrumental lingüístico sin la intervención psicológica. Por su parte Lévi
Strauss, replanteó construir la psicología a partir del análisis de la obra
cultural. Por su parte, Gurvitch, considera que el psiquismo individual y el
psiquismo colectivo tienen las mismas estructuras; aboga por que el fenómeno
psíquico deba incluirse al fenómeno social. Frente a esta postura, González (2015)
sugiere que el espíritu subjetivo es resultado de la actividad psicológica.
Psiquismo y sociedad son resueltos en dos entidades metafísicas: la prioridad
es del espíritu objetivo y los contenidos que construyen el espíritu subjetivo,
son un proceso de misteriosa transposición.
Origen del
psiquismo
González Moreyra, reconoce que
la reducción del psiquismo a los resultados de la conducta al margen de la
biología y la historia personal es pura metafísica. Del mismo modo, el
relacionar psiquismo y sociedad como entidades en el nivel espiritual supone
limitar, desde un inicio, la solución del problema. El nexo entre psiquismo y
sociedad es indisoluble, es un producto histórico que ocurre en el proceso de
crecimiento y desarrollo del ser humano.
Por eso, el descubrimiento social en el psiquismo solo
puede ocurrir analizando la ontogénesis psicológica del individuo. Muy pocas
veces se estudia al hombre como concreción de las propiedades de la especie que
se formó en el proceso evolutivo de una línea zoológica y el psiquismo humano
encuentra sus premisas en el psiquismo animal y requiere de estudios
filogenéticos, además de los datos de la paleontología para esclarecer los
factores sociales que determinan el surgimiento del psiquismo humano.
Nuestro autor acota que la psicología social definió
su objeto o campo de análisis en términos de interacción humana. Abarcó mucho
el rubro de la interacción para incluir la totalidad de las ciencias sociales y
sus ramas. Este hecho devino en la psicología social de la psicologización de
las ciencias sociales, que desaparecen luego bajo una pretendida objetividad
científica o un empirismo radical.
Además, la conducta desde esta perspectiva no es
objeto de la psicología; sino más bien el comportamiento que deviene como
producto de la confluencia de factores biológicos, psíquicos y sociales. En
este sentido, la psicología tiene el cometido de manipular la conducta: analiza
la subjetividad, sus leyes y explica los determinantes y condiciones psíquicas
de aquella. González Moreyra no es partidario de la psicología social
interaccionista en virtud a que subjetiviza las complejas determinaciones de
los hechos humanos usurpando el papel de las ciencias sociales. Además, esta
postura -para él- no se aboca al estudio de la génesis de los procesos
implicados y, por tanto, caería en la trivialidad.
Evolución
filogenética
Aquí, es interesante la tesis
de González Moreyra, cuando explica el proceso de socialización; el mismo que
no es producto de la presión de un medio social al cual tiene que adaptarse,
sino más bien, es un progresivo despliegue y emergencia de potencialidades
funcionales, nutritivas y especificas en los canales de actividades que la
sociedad propone. La socialización se autonomiza y consolida por las
mediaciones internas del psiquismo como propias de la lógica del desarrollo
ontogenético. Esta lógica ocurre en la filogénesis humana del proceso de
hominización; ámbito que no se conoce del todo.
En el desarrollo del homo
sapiens, existe una continuidad funcional que perfila la evolución filogenética
del psiquismo y la conciencia humana sobre las bases de la antropología de la
historia natural nos dice González Moreyra; quien revisa críticamente experimentos en monos superiores para
confirmar el papel de las representaciones y la imaginación en el decurso de su
actividad. También, señala que, desde la existencia del prehomínido -hace un
millón de años- se gestó la actividad laboral - social rudimentarias y el uso
de instrumentos que configuraron al hombre actual.
Evolución
ontogenética
Moreyra, explica este hecho
como un proceso de diferenciación y desarrollo neuronal ligado con la
ejercitación de dicha función. Considera cómo el aprendizaje y el desarrollo se
incorporan a lo social en el proceso ontogenético, la formación del carácter
social, la comunicación y el lenguaje en el sentido social. Igualmente,
considera que la cognición y la sociabilidad son facetas relevantes para
resolver problemas y responder a las nuevas situaciones del medio. Gracias a
Piaget, se sabe que las funciones cognitivas permiten explicar el papel de la
sociedad en la génesis de la inteligencia:
La sociedad propone conductas y
técnicas de acción convertidas en normas o patrones de actividad que generan
las actitudes como propiedad psíquica en la que se expresa el nivel de
eficiencia alcanzado por la persona, en cuanto individuo real, concreto e
histórico. (González, 2015, p.89)
Igual ocurre con la afectividad
y la sociabilidad, se convierten en necesidad de comunicación social, cabe
mencionar que la afectividad deviene en interacción social. De acuerdo con el
modelo ontogenético, se perfila la sociabilidad concreta en los niños entre 6 y
7 años y la sociabilidad abstracta surge y se instala en la clase social, en la
nación, en la humanidad. El desarrollo de la personalidad es crucial en la
relación psiquismo-sociedad.
El psiquismo humano emerge del
desarrollo de las virtualidades funcionales del sistema nervioso, desarrollo
que se realiza bajo condiciones sociales. El psiquismo humano es producto de la
actividad nerviosa superior reflejando el entorno físico y reflejo social que
nos envuelve. (González, 2015, p. 96).
Tomando en cuenta que todo
fenómeno participa de la interdependencia universal, los fenómenos psíquicos y
sociales participan de la interacción universal, pero no en el sentido de una
causalidad directa; sino más bien que los estímulos sociales actúan sobre los
individuos a través de las condiciones internas neuro-psíquicas. En
consecuencia, los procesos psíquicos son la mediación entre los estímulos y las
respuestas que da como resultado la actividad humana. Es así como la psicología
estudia esta forma de determinación y el psiquismo no es independiente de lo
social; permitiendo así, que se manifieste en la interacción humana. En este
mismo sentido, el psiquismo guarda con lo social un nexo de dependencia
funcional.
Evolución histórico-social
Deduce González Moreyra, que la
praxis psicológica es un componente efectivo con la situación humana concreta.
Del mismo modo, determina que para la transformación consciente del hombre se
requiere: ubicar el conocimiento y la praxis psicológica en un marco que apunte
sus limitaciones y posibilidades; superar la división positivista del hombre en
la que no interesa el para qué del saber y sus técnicas; y, descubrir la raíz
de las vicisitudes personales y distorsiones en las que el hombre actual se
halla inmerso.
a)
Ideología y desarrollo humano
La ideología es
indispensable para el psicólogo y es útil para la comprensión histórico-social
de la individualidad con implicancias profesionales.
El hombre de la sociedad
primitiva busca su ajuste, pero se fractura en el proceso colectivo de trabajo
y deja paso a la propiedad privada de los medios de producción. El hacer y
poseer se particularizarán, se disociará y la alienación se instala como modo
de existencia humana. En este contexto, el individuo ya no se ve como ente
social, pierde su unicidad originaria y las creaciones del hombre social le son
extrañas o ajenas al hombre individual. Cabe mencionar, que el concepto de
alienación es precientífico e inicialmente como reevaluación del núcleo
racional; y, en el pensamiento de Marx, adquiere un carácter económico-social.
Así, la alienación social en
Marx, se origina en el carácter enajenado del trabajo en la sociedad dividida
en clases, lo cual supone: el trabajo se enajena en cuanto no responde a los
propósitos del trabajador sino a los del propietario; la enajenación del
producto del trabajo se da cuando este ya no pertenece a su productor sino al
dueño de los medios de producción; y, la enajenación del hombre deja de ser el
fin para convertirse en un medio del mecanismo productivo.
La naturaleza humana, de
este modo, está condicionada históricamente. De ahí que González Moreyra
conciba que el hombre es una red de relaciones sociales; donde la existencia
social y el ser social se le ofrecen como individuos extraños a él. En este
panorama, las normas legales y el Estado forman parte de una entidad irreal y
des corporizada que sirve a los intereses económico-políticos dominantes. Asimismo,
entra en juego la religión que se adjudica a seres irreales; seres de los
cuáles dependerá el destino individual y colectivo; y, de este modo, la
alienación política, económica y religiosa serán la matriz de una conciencia
social ideologizada.
b)
Alienación y desarrollo humano
Para González Moreyra, el
concepto de alienación se relaciona con las actitudes condicionadas
históricamente por un grupo determinado. Esta experiencia será ambigua según
como la sociedad brinde antagonismos; y, la alienación, se instalará como forma
de existencia humana. De esta manera, la alienación supone una nueva distorsión
entre el individuo-sociedad expresada en un abismo entre aquel y la misma
sociedad. Por eso, el hombre alienado se expresa en los valores más
progresistas de su misma sociedad. Bajo esta perspectiva, la contradicción
humana como la del psicólogo y de su cliente tendría que resolverse en la
conciencia y protagonización en la historia.
Psicología
y dialéctica
Con base en lo expuesto, el
problema teórico y práctico de la psicología se analiza en el marco de la
dialéctica del conocimiento científico. En concordancia a esto, González
Moreyra, enuncia de manera preliminar las proposiciones filosóficas que se
aceptan con los siguientes postulados: subordinación de lo ideal a lo material;
condicionamiento histórico-social del hombre; estudio de los procesos en la
dialéctica de su desarrollo; la práctica como nexo fundamental entre el
individuo y el medio; y, la interconexión e interdependencia universal de los
fenómenos.
El fenómeno psíquico está
subordinado tanto a la actividad cerebral que la genera (basada en las leyes de
la neuro dinámica cortical descubierta por Pavlov y sus discípulos) como a la
realidad objetiva que refleja y reproduce. Así define a dicho fenómeno como la
función cerebral de la reflexión del mundo. El estudio psicológico se centra en
el análisis de la actividad cognoscitiva, emocional y simbólica que surge entre
el individuo y su medio social: en un análisis que no se reduce a lo neuro
fisiológico y se basa más bien en él. De este modo, lo psíquico en su
especificidad se idealiza y se subjetiviza.
El entorno es social, puesto
que el hombre no se enfrenta directamente a la naturaleza, sino que lo hace
mediado por su sociedad. González (2015), afirma que:
Los rasgos culturales, las ideologías
serán el repertorio de roles y técnicas, creencias y costumbres que
virtualizará en sus actuaciones. Las normas con sus cargas valorativas y
significaciones morales, devienen en los gestos y las mímicas, las actitudes y
el lenguaje de otro. Serán estos los vectores fundamentales que construirán las
modalidades históricos-sociales de su conciencia. (p. 106)
La relación
psiquismo-sociedad no es mecánica, lo social actúa a través de los procesos y
las estructuras internas, de las condiciones psíquicas que media entre las
situaciones y las respuestas. El descubrimiento de lo social en el psiquismo
dependerá de la naturaleza del método empleado.
Cabría recordar que el
método Piagetiano es por excelencia un método dialectico. La dialéctica es la
ciencia del desarrollo del movimiento en su formación y transformaciones. El
encuadre genético en la psicología es la especificación del encuadre dialectico
a las peculiaridades de su objeto: la actividad psíquica.
El estudio psicológico es el
de las estructuras y funciones de un organismo que en interacción con su medio
devienen en la edad evolutiva. El psiquismo no solo se manifiesta en la
interacción individuo-sociedad pues se genera y se transforma en ella.
De esta manera, es en la
acción donde los contenidos sociales penetran. Son las modalidades de actividad
las que determinan sus modalidades vivenciales. La psicología se expresa en el
principio del carácter fundamental de la práctica como el nexo entre el
individuo y la sociedad. Este problema de conocimiento fue propuesto
inicialmente por Rubinstein, quien asumió un análisis más profundo sobre la
aplicación del principio dialectico del determinismo a los fenómenos
psicológicos. En la dialéctica, las causas externas actúan a través de las
condiciones internas. Este principio significa postular que aquel surge en
interacción activa con el medio social como respuesta del cerebro a las
influencias del estímulo que se vinculan con la génesis misma del psiquismo.
Investigaciones
empíricas de carácter psicosocial
González Moreyra es un
científico con elevada habilidad para el desarrollo teórico, prueba de ello son
sus libros Psicología del aprendizaje y Psicología cognitiva, al que le dedicó
mayor atención. Sin embargo, como profesional no dejó de lado los estudios
empíricos. El en la monografía de la Psicología del niño peruano (González, 1995)
resume una serie de investigaciones asociadas con los aspectos socioculturales
realizadas por varios autores incluido él mismo: Pobreza (Alarcón, 1997),
marginalidad (Aliaga, 1979, Kapsoli, 1989), racionalizad mágica (Reátegui,
1990), migración (Caravedo, Rotondo & Mariátegui, 1963; Busse, 1991),
analfabetismo (Londoño, 1991, Zamalloa, 1990; Chávez, 1988; Hall Pike, 1979) y
en los de la experiencia lingüística (Escobar, 1978; Parker & Torero, 1972;
González & Aliaga, 1972; González, 1983; Escobar, 1980), experiencia
cognitiva (Thorne, 1988; Llanos, 1974; Majluf, 1984, 1986, 1988; Reátegui,
1975; Vicuña, 1989); creatividad (1980,
1987; Orihuela, 1981); y en la experiencia interpersonal (Barrenechea,
1988), sobre temas de estrés y violencia
(García Zapatero, 1983), identidad étnica (Bustamante, 1986) y desarrollo moral
(Reátegui, 1975), auto atribuciones y rendimiento (Satler, 1992) y en las
intervenciones correctivas sobre: desnutrición (Pollit, 1982), estimulación
temprana (Majluf, 1972; Espinoza, 1975; Aliaga, 1981), estimulación intelectual
(Sánchez, 1983-1985); en creatividad (Galván, 1983); en el desarrollo moral
(Ochoa, 1989) y en la alfabetización bilingüe infantil (Zamalloa, 1990: Zúñiga,
1991).
Aportes
a la investigación experimental en psicología social
En 1969, cuando González
Moreyra era docente del Departamento de Ciencias Humanas en la Universidad
Agraria La Molina, elaboró un libro de Introducción Práctica a la Psicología
(texto mimeografiado) y propuso 40 experimentos para varias áreas de la psicología
y, entre ellas, los relacionados con la psicología social. Tenemos así, que
destacan experiencias asociadas a la Comprensión y contexto personal (cognición
social) y Efecto del halo y prejuicios (percepción social). Es importante hacer
hincapié de que este el único texto en el Perú donde se inserta una lista de
experimentos con el fin de promover investigaciones y prácticas bajo esta
aproximación metodológica. En este campo, destaca el libro de Ardila (1971)
presentó un libro, el Manual de laboratorio de Psicología experimental en el
ámbito latinoamericano y de manera precisa para la psicología social. Por otro
lado, en España, los colegas Rodríguez, Morales,
Delgado y Betancor (2016) publicaron 50 experimentos imprescindibles para
entender esta disciplina.
Conclusiones
Raúl González
Moreyra (1934-2002) destaca como uno de los académicos y profesionales más
distinguidos de la psicología social peruana por sus cualidades excepcionales.
Se dedicó a desarrollar trabajos de la línea psicolingüística y psicoeducativa;
sin embargo, no dejó de lado la vertiente de la psicología social, posiblemente
porque estaba muy vigilante y comprometido con la realidad social en el ámbito
nacional e internacional. Él fue un concienciador de la psicología, otras
ciencias y de la realidad social. Hacía uso de su capacidad crítica para
evaluar acontecimientos histórico-sociales; prueba de ello es la forma en que
plasmó sus primeras inquietudes en el texto Psiquismo
y sociedad (cuando desempeñaba la docencia en la Universidad Nacional
Agraria de la Molina). Su ingreso a la temática psicosocial le fascinó y se
consagró, también, al análisis teórico de la misma; lo cual desembocó más tarde
en el libro Estructura y función social
de la psicología (2015).
Figura, además, como uno de los teóricos peruanos
(igual que Carlos Franco) de la psicología social desde un corte dialéctico. Es
más, marcó un hito en el Perú en el desarrollo de un nuevo paradigma teórico en
la psicología social cognitiva. Prueba de ello es que Deutsch y Krauss (1974)
no consideran la teoría cognitivista entre las teorías de la psicología social
(tan sólo incluyen: la Gestalt, del campo, del refuerzo, psicoanalítica y del
rol). Incluso, no aparece en el libro de Kimble et al. (2002) relacionada con
los estudios en América Latina; todo un mérito sin precedentes de González
Moreyra. La construcción de un modelo teórico en la psicología social es un
avance para el desarrollo de la disciplina, las cuales, constituyen las bases
primigenias para continuar fortaleciendo y ampliando esta contribución.
En la década de los años 90 del siglo pasado y las dos
de este siglo, es posible observar inquietudes teóricas como las de Alarcón
(1997), González (2015), Guardia Mayorga (como se citó en Cornejo, 2015),
Franco (Cornejo, 2023), Ortiz (2004), Cornejo (2016, 2020), por difundir y
generar nuevos paradigmas en la psicología peruana. No hay nada más práctico
como una buena teoría, tal como expresara Lewin.
Tenemos así que, en el espacio latinoamericano, se van
gestando orientaciones transformadoras como las de la psicología social crítica
y la psicología social de la liberación (Montero, 1994a; 1994b; 2015) que muy
bien se articulan con la propuesta de González Moreyra y abren caminos
insondables para los estudios teóricos y las investigaciones aplicadas en esta
disciplina.
Por último, González Moreyra asume una postura crítica
sobre una serie de concepciones que se dieron en la historia de la psicología;
en donde corrobora la postura Piagetiana y la dialéctica como marcos teóricos
explicativos de los objetivos de la psicología. Asimismo,
construye un paradigma teórico nuevo de la psicología social que inaugura
nuevas posibilidades científicas para el surgimiento y desarrollo de una
perspectiva cognitiva en el seno de esta disciplina.
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