ISSN 2709-9164
https://doi.org/10.53940/reys.v3i6.117 Vol. 3(6) 2022
Propuesta de periodización del comportamiento
organizacional en el Perú
Proposed periodization of
organizational behavior in Peru
Arturo Orbegoso-Galarza1
Citar
como: Orbegoso-Galarza, A. (2022).
Propuesta de periodización del
comportamiento organizacional en el Perú. Revista Educación y Sociedad, 3(6),
32-38. https://doi.org/10.53940/reys.v3i6.117
Artículo
recibido: 01-10-2022
Artículo
aprobado: 05-12-2022
Arbitrado por pares
Este texto propone una periodización del
comportamiento organizacional en el Perú. Hacia 1900, debido a una inicial
industrialización, se despiertan las propuestas por humanizar las condiciones
de trabajo de los obreros. Entre los años 20 y 60 del siglo pasado el Estado
propició, gracias a su extensión, la necesidad de mejorar procesos y contar con
personal calificado. Entre las décadas de 1970 y 1980, los psicólogos
organizacionales trabajaron principalmente en entidades públicas. A partir de
1990, como consecuencia de las privatizaciones y la multiplicación de empresas,
la especialidad conoce un auge.
Palabras
clave: comportamiento organizacional, etapas, trabajo en Perú
This
text proposes a periodization of organizational behavior in Peru. Around 1900,
due to an initial industrialization, the proposals to humanize the working
conditions of the workers were awakened. Between the 1920s and 1960s, the
State, thanks to its extension, promoted the need to improve processes and to
have qualified personnel. Between the 1970s and 1980s, organizational
psychologists worked mainly in public entities. Since 1990, as a consequence of
privatizations and the multiplication of companies, the specialty has
experienced a boom.
Key words: organizational behavior, stages, work in Peru
1
Universidad
Mayor de San Marcos y Universidad Privada del Norte. aorbegosog@yahoo.es https://orcid.org/0000-0003-1805-8916
Introducción
Entre aquellos trabajos que han buscado reconstruir
los inicios de la psicología organizacional en el Perú, sobresale una llamativa
tendencia a obviar el contexto social en que tales experiencias pioneras hicieron
su aparición (Alarcón, 2000; 2017). Si bien se reconoce que la psicología
objetiva, en sus varias vertientes, enfrentó una oposición ideológica y/o
filosófica al recrear la emergencia del comportamiento organizacional, se omite
toda alusión a sus condicionantes e influencias.
Avances historiográficos de los últimos años arrojan
nueva luz y una mejor perspectiva en torno a los progresos en materia de
condiciones de trabajo durante el siglo XX. La importancia de tales estudios es
doble. Revelan aspectos desconocidos de algunas reformas sociales y, además,
nos hacen comprender cómo tales cambios derivaron en investigaciones empíricas.
Dichas indagaciones sobre la realidad laboral fueron posibles, desde el Estado,
gracias al crecimiento de éste y a la obligación o interés de los responsables
formales de ciertas dependencias por contar con registros del comportamiento
organizacional local.
Es pertinente también señalar que las reformas
laborales no pueden ser entendidas únicamente como la realización de los
sectores populares, por justificados y denodados que hayan sido sus esfuerzos.
El Estado y las élites no son entes pasivos y meramente reactivos. También,
actúan movidos por el cálculo y la previsión y se orientan hacia la conducción
de las clases subordinadas. Asimismo, con sus propias demandas las clases
medias pueden contribuir a la concreción de avances sociales.
En los párrafos que siguen se reseña brevemente la
relación entre Estado y sociedad peruana durante el siglo XX en lo tocante
específicamente a hechos que desembocaron en el inicio de estudios y registros
del comportamiento organizacional. Igualmente, se propone una periodización que
permita comprender y ubicar mejor el origen o motivación de tales
investigaciones.
Resulta pertinente otra precisión antes de comenzar.
El comportamiento organizacional es todavía joven en el Perú. Si bien son
conocidas desde hace mucho la psicología del trabajo o laboral, la psicología
industrial y la psicología organizacional, la designación comportamiento
organizacional por su amplitud las agrupa y reconfigura a todas. Se trata,
entonces, de una disciplina que estudia la conducta humana en entidades
lucrativas y sin fines de lucro; lo cual significa en el presente considerar el
considerar a las entidades públicas o estatales y las empresas primarias,
industriales y de servicios. Esto es así en la actualidad debido a los cambios
tecnológicos y socioeconómicos que vertebran estos tiempos.
Siglo XIX: Desinterés por el
comportamiento organizacional
Durante el siglo XIX estuvo
ausente la previsión en torno al bienestar de los trabajadores en el país. De
hecho, un sector significativo de ellos se desenvolvía en condiciones de
servidumbre y semi-servidumbre (Cotler, 2016). Inclusive, en Lima, a mediados
de esa centuria, las panaderías eran temidos centros de trabajo forzado y
castigos brutales para esclavos insumisos.
Amasar y hornear el pan se considera como un trabajo
muy pesado en vista del gran calor reinante; y lo realizan solamente esclavos
bajo la fusta inmisericorde de un mayordomo severo. (…) El terror a la
panadería es tan grande entre los esclavos, que tiemblan ante la sola amenaza y
ruegan encarecidamente a su amo que él mismo los castigue lo más fuerte que
pueda, porque saben que eso les resulta preferible (citado por Aguirre, 2011,
p.53).
No fue el altruismo lo que despertó el interés por
mejorar las condiciones de trabajo. En una economía principalmente agraria,
fueron la desobediencia y el desfallecimiento de esclavos y peones asiáticos lo
que obligó a atender el problema. Obviamente, las medidas fueron claramente
punitivas.
Los dueños de las plantaciones, consideraban al
suicidio como un robo infame, una irreparable pérdida del capital invertido.
Por ello hicieron lo imposible para evitarlo sin modificar las causas que
originaban su producción masiva. En las islas guaneras destinaron guardianes
especiales para impedir actos suicidas (Ruiz, 1993, p.101).
Primera etapa: Industrialización,
reformas sanitarias y legales (1890-1920)
La firma del Contrato Grace
(1890) concede y extiende la presencia de empresas extranjeras en el país.
Ellas se concentran en minería, agricultura, banca, comercio y transporte. A la
par, es visible un auge manufacturero hacia 1900. La producción local se componía
de calzado, textiles, bebidas, jabones, etc. Su mercado eran las ciudades
costeras y especialmente Lima (Cotler, 2016; Thorp y Bertram, 1985). La clase
trabajadora se reunía en los centros extractivo-exportadores y en las
industrias urbanas. Parte de ella conformaba asociaciones mutualistas y la
Confederación de Artesanos Unión Universal desde 1886 (Sulmont y Tavara, 1995).
Algunos intelectuales que
propiciaron y compartieron estos cambios estaban influidos por el positivismo y
por la Doctrina Social de la Iglesia – católica- marcada por la Encíclica Rerum
Novarum de 1891 (Drinot, 2016). Asimismo, parte de esta élite asumió una
postura pro-industrial (Orbegoso, 2017). Así lo expresó un destacado
catedrático de derecho al inaugurar el año académico en la Universidad de San
Marcos en 1900.
La industria moderna, servida por e1 gran capital y
apoyada en los adelantos de la ciencia, pone en juego las más nobles y las más
útiles facultades del entendimiento, como son el talento científico, la
previsión, la iniciativa, la invención, el arte de conocer a los hombres y de
saber gobernarlos (Villarán, 1901, pp.28-29).
Esta dinámica propiciará el protagonismo de abogados y
médicos reformistas que plantearon cambios legales y sanitarios en favor de los
sectores populares. Mientras los galenos promueven acciones contra las
epidemias y en favor de mejores condiciones de vida y trabajo de los obreros,
los juristas plantean avances en legislación laboral. Como lo expuso una tesis
en jurisprudencia de la época:
Como resultado de la ilustración que posee llega el
obrero a comprender que no es una cosa, de lícita explotación; que es un ser
inteligente, y que, en consecuencia, tiene derecho a que se le conceda tiempo
para dedicarse a las labores intelectuales, que son ya, para él, una necesidad
del espíritu; y para conseguir estas ventajas pide la reducción de las horas de
trabajo. Se da cuenta, asimismo, de que muchas disposiciones de los reglamentos
industriales, rebajan su dignidad, y exige, entonces, su supresión (Miró
Quesada, 1901, p.156).
El Partido Civil, durante su segunda época (1900-1919)
osciló entre el progresismo y la resistencia hacia cambios en el plano social
(Orbegoso, 2018). Las normas que más debate y tensión suscitaron fueron la ley
sobre accidentes de trabajo de 1911 (Orbegoso, 2018) y aquella que impuso la
jornada de 8 horas en 1919 (Sulmont, 1980).
Segunda etapa: Populismo y extensión del
Estado (1920-1968)
Precedido por las reformas
descritas surgió lo que Drinot (2016) denomina el “Estado Obrero”; entendida
como aquella concepción de quienes dirigían el aparato administrativo que los
orientó a velar por el bienestar de los trabajadores y, dentro de ello, buscar
alejarlos de ideologías radicales de izquierda. Esta proclividad obrerista se
hará muy visible durante el gobierno de Leguía en los años 20.
Desde la creación de la Sección
de Trabajo en el Ministerio de Fomento en 1919 se formaliza la preocupación
gubernamental por la situación de la clase obrera. Esta oficina ministerial se
ocupó de legalizar sindicatos, mediar en los conflictos entre capital y trabajo
y registrar estadísticas laborales (Drinot, 2016). La atención hacia los temas
laborales fue seguida por la multiplicación de otras dependencias del Estado
responsables de la salubridad, la vivienda y la alimentación popular (Drinot,
2016).
De esta gestión estatal
populista, proseguida luego, sostiene un historiador:
En la década de 1930, aparecieron nuevos actores
sociales, como las organizaciones de trabajadores y los partidos políticos de
masas, entre otros, que influyeron en las políticas sociales. (…) Los gobiernos
militares de Sánchez Cerro y Benavides, vinculados con las élites, (…) tuvieron
que implementar políticas redistributivas y de control social para mantener el
orden público (Parodi, como se citó en Contreras, 2014, p.422).
Los procesos de selección de personal en el Estado
fueron incipientes en los años 20 (Orbegoso, 2016) y se extendieron luego entre
los años 30 y 40 (Alarcón, 2000). Paulatinamente se normalizó la necesidad de
examinar objetivamente a las personas para así contar con funcionarios
competentes que gestionaran con racionalidad los recursos públicos. La
evaluación psico-técnica se hizo también un requisito para el ingreso a la
Universidad de San Marcos y otras instituciones (Alarcón, 2000; 2017; Orbegoso,
2016).
En la década del 50, la guerra de Corea benefició
significativamente las exportaciones peruanas. Esta bonanza acarreó
significativa inversión pública en escuelas, hospitales y otras. Se trató de
una modernización realizada bajo la dictadura odriísta (1948-1956).
Varias tendencias que databan delos años 40 se
intensificaron durante los 50. La masificación de la educación, una constante
migración hacia las urbes, la natural demanda por servicios en estas y el
reclamo de políticas industriales que modernizaran la producción fabril (Zapata
y Aljovín, 2021). A todo ello se sumó el crecimiento de la clase media, la
misma que expresó una renovada comprensión de la realidad nacional y sus
problemas desde las cátedras universitarias, publicaciones y partidos políticos
(Zapata, y Aljovín, 2021).
En la Universidad de San Marcos se proponen nuevos
planes de estudio que incluían temas empresariales. Entre las materias
propuestas estaban: selección de personal, organización de personal, técnicas
de asesoramiento individual, psicología de la actitud y del comportamiento,
sociología industrial, psicología de la venta, etc. También, se recomendó crear
la carrera de Psicología Industrial (Pinilla, 1956). En 1956 se crea la cátedra
de Psicología Industrial en la Facultad de Letras, medida luego replicada en la
Universidad Federico Villarreal (Avellaneda, s.f.). En 1957 se funda el
Instituto de Relaciones Humanas y Productividad, conformado por docentes
sanmarquinos progresistas y de tendencia social cristiana (Avellaneda, s.f.;
Salazar, 1967). Un autor, propulsor de los estudios sobre las relaciones de
trabajo, expresó:
En el Perú, que tan necesitado se halla de
profesionales en el novísimo dominio de las relaciones industriales, es casi
imposible encontrarlos. Me refiero a los especialistas que demanda la industria
moderna: directores de relaciones industriales, técnicos en negociaciones
individuales y de grupo, gerentes de personal, psicólogos industriales,
directores de programas de adiestramiento, administradores de negocios,
ingenieros industriales y analistas de costos.
Muchas empresas se
ven obligadas a
contratar a profesionales
extranjeros (norteamericanos, suizos o alemanes) o enviar al extranjero a
estudiantes peruanos para que allí se capaciten. (…) La Universidad
y el Ministerio
de Educación desconocen qué
clase y qué número de profesionales necesita la industria, la agricultura, la
administración pública, etc., y por tanto no cuenta con las informaciones
indispensables para planear sus esfuerzos pedagógicos sobre una base realista y
eficaz (Pinilla, 1956, p.151).
Casi en paralelo, desde el Ministerio de Trabajo, en
1958, se propone crear un Instituto de Administración Pública con el objetivo
de profesionalizar a los empleados estatales (Actas del Consejo de Ministros
del Perú, s.f.). Asimismo, se introdujo la negociación colectiva y las
comisiones mixtas de obreros y empresarios; se modernizó, asimismo, la
calificación de méritos y la evaluación
de puestos. De igual manera, algunas empresas empiezan a recibir asesoría y
capacitación para su personal (Pinilla, 1982).
Por otro lado, durante este período el equipo de
psiquiatras del Hospital Larco Herrera realiza una serie de estudios en
gerentes y sindicalistas. Los obreros revelan angustia, tensión, agresividad,
introversión y neurosis. Otro grupo de trabajadores padecía afecciones mentales
severas (Caravedo et al., 1963).
Igualmente, prosiguió la adaptación y empleo de
pruebas psicológicas para selección de personal en los sectores público y
privado (Alarcón, 2000).
Tercera etapa: Profesionales
organizacionales en el Estado (1968-1990)
En 1968, un golpe de Estado
reivindicado por la Fuerzas Armadas derivó en un régimen nacionalista que
concentró la explotación en minería, petróleo, pesca, banca, energía,
transportes y otros sectores. Al duplicar el número de empresas bajo su
control, esta administración acaparó el 33% del empleo. Asimismo, creó por
decreto las “comunidades industriales”, reorganización empresarial que concedía
participación a los trabajadores en la propiedad, administración y utilidades
de las compañías. También, impulsó las empresas de “propiedad social”, es
decir, de asociaciones de trabajadores (Alberti et al., 1977).
Este Estado en expansión convocó a una serie de
profesionales, como sociólogos y psicólogos. Inicialmente su función consistió
en difundir el ideario nacionalista del régimen. Una ponencia del Primer Congreso
Peruano de Psicología no escatima su entusiasmo frente a las reformas laborales
del gobierno militar:
La Comunidad Laboral –creación netamente peruana y,
más concretamente, consecuencia directa de la ideología de la Revolución
Peruana- por su sentido participacionista (sic) podría ser caracterizada como
una innovación interesante tendiente hacia la democracia industrial. Está
concebida como factor de promoción de la empresa en sí misma y como célula
básica de promoción de la riqueza nacional (mejorando la productividad mediante
la disminución de la lucha de clases) y, al mismo tiempo, como instrumento para
dignificar al trabajador tanto material (participación en las utilidades) como
socialmente (participación en la propiedad en la gestión). (Alarcón et al.,
1976, p.150)
Más tarde, superada la ideología nacionalista, los
psicólogos pasaron a dirigir procesos de selección, capacitación, evaluaciones
de desempeño y mercadeo (Alarcón et al., 1976). Al acaparar este Estado a la
mayoría de psicólogos industriales o laborales, y reducirlos a labores
exclusivas de recursos humanos, se frustró su desarrollo en otras áreas de la
especialidad.
Un balance de principios de los 80 (León, 1982) arrojó
pocas investigaciones organizacionales.
De acuerdo a este recuento, el trabajador peruano no difería
psicológicamente de sus pares del extranjero. Igualmente, los trabajadores de
nivel social alto y los migrantes se mostraban más ambiciosos y aspirantes.
Además, los trabajadores peruanos eran más susceptibles a los motivadores
intrínsecos. También, fue visible una
positiva disposición hacia la dirección participativa y la autogestión en las
empresas (Alarcón et al., 1976). No obstante, los estudios sobre técnicas de
personal y los planteamientos teóricos fueron escasos (León, 1982).
Cuarta etapa: Privatizaciones y auge de
la especialidad (1990-2020)
Superada la etapa de severa
crisis económica y de terrorismo de los años 80, el gobierno inaugurado en 1990
redujo radicalmente el Estado y privatizó numerosas empresas; lo que supuso
apartar a empleados y profesionales del sector público. Para los psicólogos
que engrosaban la burocracia hasta entonces se generaron dos opciones:
trasladarse al sector privado, ya sea en empresas o como docentes en nuevas
universidades. Las nuevas inversiones, incluyendo aquellas en educación
superior, posibilitaron estas salidas.
Los psicólogos organizacionales debieron adaptarse a
las nuevas formas de flexibilización laboral colaborando en su ejecución y
hasta aceptando empleos temporales.
El mayor número de los especialistas en comportamiento
organizacional se explica debido a las nuevas universidades y a los
requerimientos de las empresas. Pese a su número en ascenso, su contribución a
la investigación y las publicaciones académicas es todavía reducida. Lo mismo
ocurre en congresos locales de psicología (Lazo y Zanolo, 1996). La principal
fuente de estudios empíricos en comportamiento organizacional son las
universidades, a modo de tesis. Al ser un requisito de titulación, de cierta
manera, esto ha degradado la calidad de la investigación universitaria
tornándola redundante.
Epílogo
De lo expuesto sobresalen algunas tendencias. Primero, todavía hoy, desde
el sector privado, un número significativo de los profesionales
organizacionales ve restringido su ejercicio a procedimientos de recursos
humanos, básicamente, a la selección y a la capacitación. Lo que confirma una
añeja tendencia iniciada en el Estado el siglo pasado y que continúa hoy en el ámbito
privado. Por si fuera poco, profesionales y practicantes de comportamiento
organizacional trabajan en empresas intermediarias que proveen tales servicios
a otras organizaciones. Los proyectos acerca de cultura, clima, comunicación
organizacional y otros ocupan un segundo lugar. Pareciera ser, que el sistema
empresarial peruano no permite el despliegue de todo el potencial de la
especialidad.
En segundo lugar, y pese a que varias instituciones
ofrecen estudios de pre y postgrado, la calidad de la formación de los
profesionales organizacionales no es la óptima. Aún es visible el
autodidactismo y la improvisación. Destaca, por tanto, una falta de solidez
teórica en parte de quienes reivindican esta especialidad. Esto sería percibido
por las empresas que los convocan y, tal vez por ello, restringen su campo de
acción.
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